Este próximo martes 22 el Consejo de Gobierno de la Junta aprobará el proyecto de Ley de Presupuestos Generales de Extremadura 2017, esa misma mañana serán sellados en el registro de la Asamblea y podremos conocer su contenido en detalle con un análisis político más profundo por parte del Ejecutivo, más allá del hecho días atrás cuando el borrador se entregó a los cuatro grupos políticos con representación parlamentaria.

Lo primero será saber si en este período ha habido algún progreso en el pacto para avanzar que el presidente Guilleremo Fernández Vara ha ofrecido a todos, sobre todo una vez producida en el Parlamento la escaramuza en torno a la ejecución de las cuentas de este año 2016 que, al menos en apariencia, no ha salvado la óptica diferente que sobre ello tienen Gobierno y la principal herramienta para formar mayoría parlamentaria suficiente que es el PP.

Después de casi un año de desesperación colectiva en España, de impotencia al haber votado por dos veces a candidaturas que después se convertían en muros sin un solo poro permeable al intercambio y entendimiento de progreso, los bloqueos del tipo que sean son tremendamente impopulares.

Pero bloqueos tanto desde el punto de vista del que tiene la llave, esas minorías que en la actual democracia española son todas empezando por el PP aunque sea la mayoritaria, como la cerrazón desde el lado del que edifica la puerta y propone su apertura, ya fuera Mariano Rajoy en Madrid o en este caso Vara con sus 30 diputados frente a los 35 del resto de fuerzas; es decir, aquí y por mucho tiempo según parece, todos deben moverse y adquirir la flexibilidad casi del junco, y especialmente, por responsabilidad, el partido mayoritario.

En esa línea el Ejecutivo socialista extremeño ha hecho, por lo menos en cuanto a procedimientos, lo nunca visto, dando a la oposición datos parciales de las cuentas -ingresos, gastos...- y finalmente un borrador completo.

Este es el segundo Presupuesto y podría ser el último propicio para un acuerdo amplio, porque al final de legislatura vendrán las lanzas. El anterior se consiguió por narices, la Junta de Extremadura y el partido que lo sostiene tuvieron que pasar por cierto aro del PP, pero ahora, en el contexto nacional, y extremeño con otros acuerdos como el ferrocarril y la necesidad de reclamar entre todos al nuevo Gobierno central más cosas, se dan en esta segunda ocasión las condiciones idóneas y no sería nada descartable un entendimiento a tres bandas PSOE-PP-Ciudadanos.

La política al fin y al cabo es eso, decidir en cosas que influyen en la vida del votante, aun con el riesgo electoral de equivocarte. Por ejemplo, si hay certidumbre en las importantísimas nóminas de empleados públicos; si la sanidad, educación o dependencia tienen la columna vertebral asegurada y con ello la actividad de miles de pequeñas empresas y autónomos auxiliares; junto al toque de pedigrí, claro está, de si se apuesta aunque sea con mínimo margen económico por quienes están en el límite de este sistema cruel y necesitan una red protectora.

Al único partido que se le ve de lejos nada inclinado al pacto es a Podemos. Los de Pablo Iglesias acaban de renovar sus cargos y la actual dirección se ha visto reforzada en cuanto a poder que al fin y al cabo es lo que funciona en los mecanismos de todos los partidos. Imaginando un panorama en el que PSOE, PP y C’s hubieran hecho concesiones y llegado a un acuerdo, con los inevitables jirones y por orden citado de mayor a menor, quedaría un Podemos que seguiría hablando de recortes y ya envolvería en ello no solo a PSOE y PP, sino también a C’s, es decir el 91% de los extremeños en representación parlamentaria frente al 9%. Una apuesta política fuerte, y que necesita para prevalecer unos argumentos muy poderosos, además de unos canales de difusión social amplios.