Como en el 2007 la Junta de Extremadura eligió el fin de año para someter a información pública varios proyectos eólicos. En esta época, la gente suele estar muy ocupada preparando las fiestas navideñas. Y por si unos no lo estuvieran, se les pone la cosa difícil. Tienen que ir a consultar la documentación a Mérida. No está disponible en internet: sería demasiado fácil. Una vez en Mérida, será preciso apresurarse para leerlo todo y salir corriendo antes de que se cierren las puertas a las 15 horas. Y habrá que tomar notas, porque no se permite sacar fotocopias ni fotografías. Todo esto parece mentira: ¿no estamos en la era de internet? Pero, ¡esperen! es posible que haya una pega más: ¿aceptan alegaciones impresas? A lo mejor uno tendrá que copiarlas de su propia mano en un registro, como se hacía en el siglo XV? Si la alegación es de 4 o 5 páginas, ¡vaya faena! Así de fácil nos lo pone la Junta. Todo esto podría ser trivial, inclusive gracioso, de no ser que lo que está en juego es la calidad de vida de los extremeños, su industria del turismo, y la biodiversidad. Los parques eólicos se construirán a partir del 2013: arruinarán el estupendo paisaje extremeño desde La Serena hasta la Sierra de Gata, y desde Herrera del Duque hasta las Sierras del Suroeste.

No hay suficiente viento en Extremadura para producir cantidades apreciables de energía eólica. Entonces ¿porqué tantos molinos? - Por las subvenciones. Se trata de un chanchullo, un pelotazo a costa de los contribuyentes y de los consumidores. Estas subvenciones no son de Bruselas: son de Madrid, y ahora nos tocará a todos pagarlas. El precio de la luz tendrá que doblar, como lo ha hecho ya en Dinamarca, el país campéon eólico.

Mark Duchamp **

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Director de Investigaciones, Energía Eólica y Cambio Climático,

Iberica 2000. Presidente, Save the Eagles International.