WLwa policía detuvo ayer, en dos operaciones simultáneas, a 16 presuntos islamistas, cinco de ellos relacionados con los autores de los atentados del 11-M, que podrían haber participado en el reclutamiento de mártires y en la financiación del grupo yihadista de Abú Musab al Zarqaui en Irak. Entre ambos grupos habría un nexo relevante: la ayuda para huir a Irak a uno de los autores de la masacre de Atocha, Mohamed Afalah, de quien se cree que, tras escapar del suicidio de sus compañeros en Leganés, habría proseguido allí su actividad terrorista.

Tras los atentados del 11-M se acabó la relajación contra el terrorismo islamista en España, y más de un año después no se ha bajado la guardia. En los últimos 12 meses las detenciones se elevan a 117. Y no ha aparecido el menor indicio de que los sospechosos de la masacre de Madrid tuviesen relación con ningún otro terrorismo que el inspirado por Al Qaeda. Las operaciones de ayer son una confirmación más de que las especulaciones sobre misteriosos autores intelectuales, o las insinuaciones directas sobre un vínculo entre el islamismo y ETA, están construidas sobre el vacío. Porque las pistas sí llevan a desiertos lejanos.