TStorpresa e indignación es lo que ha causado la última campaña protagonizada por la jovencísima modelo Codie Young -imagen de la firma Topshop-, en la que aparece tan extremadamente delgada que produce grima verla. Lo que ha provocado una gran alarma entre los medios de comunicación, y también, cómo no, entre esos sectores de la moda que vienen luchando por erradicar una imagen de la juventud y de la belleza que está en clara colisión con la salud, con la buena salud, ya que son muchas las jóvenes y los jóvenes, que asocian delgadez extrema con belleza, lo que les ocasiona graves trastornos alimentarios.

Que ante las críticas la firma haya optado por cambiar las fotografías que mostraban a una Codie escuálida, triste, con grandes ojeras, imbuida en una talla 34, por otras en la que esos defectos los han matizado con maquillaje y ropa holgada, demuestra hasta qué punto los promotores de la campaña eran conscientes del daño que podían causar a un amplio sector de esa población que tiende a simplificarlo todo en pos del consumo y las modas. Un sector fácilmente manipulable y sensible, incapaz de calibrar las consecuencias de sus actos, por más que todos sepamos que no comer, o que vomitar todo lo que comes, pone en grave riesgo tu salud física y mental.

La de veces que he hablado con diseñadores sobre este problema. La mayoría rechaza cualquier responsabilidad a la hora de elegir modelos extremadamente delgadas, y sin embargo, lo cierto es que muchos se ven casi obligados a diseñar una ropa que solo puede ser utilizada por adolescentes, casi nunca por jóvenes que hayan sobrepasado la mayoría de edad.

¿Por qué? Porque siendo cierto que los trajes, los pantalones, la ropa en general queda mejor cuando no tienes curvas, o pocas curvas, también lo es que no todo el mundo está en condiciones de quedarse en una talla 34 o 38. Entre otras razones porque no es lo mismo haber nacido en un país nórdico que en uno latino, tener 1,80 de estatura, que 1,60 en forma de pera, cumplir los 14 que los 50. No es igual. Y no lo es por cuestión de genes, de edad, de disciplina, y de años.

Con los años el cuerpo cambia y los kilos se van acumulando en aquellas zonas donde más y mejor se visualizan: abdomen, cartucheras, brazos, y sin embargo siendo todo esto cierto, lo preocupante es que la moda que se exhibe en las pasarelas siga siendo sólo apta para modelos anoréxicas. No conozco ninguna mujer, salvo Ana García Obregón y pocas más, que puedan ponerse una talla 34 de pantalón, y si alguna me he encontrado tiene cara de enferma, o es una campeona del aerobic o del pilates. De manera que ojo con los esterotipos y a quiénes nos proponemos imitar, no sea que entremos en una dinámica endiablada que nos lleve directamente al hospital. En cuanto a las marcas que apuestan por ese tipo de modelos, solo decirles que flaco favor hacen a sus clientas, y en general a la sociedad. Penalizarles impidiendo que puedan hacer una publicidad dañina como la de Topshop sería un buen correctivo que evitaría que nuestras jóvenes se consuman intentando parecer lo que no son, y hacer lo que no deben.