Por fin, podría decirse, un director español realiza una película sobre el terrorismo en condiciones. Huyendo de las zonas templadas en las que se movían otros títulos (La fuga de Segovia o Días contados ), Manuel Gutiérrez Aragón (Torrelavega, 1942) mira desde las víctimas y contra el silencio cómplice instalado en amplias capas del País Vasco.

No es una novedad esta mirada política a la realidad en la trayectoria del cineasta. Camada negra , sobre el ultraderechismo, El corazón del bosque o Demonios en el jardín , sobre la posguerra española, testimonian sobre ello.

Pero es cierto que el cine de Gutiérrez Aragón, graduado en dirección en 1970, anda más cómodamente sobre historias que tienen una línea de fuga hacia lo fantástico o lo simbólico (Maravillas , Feroz o El Quijote ). Bienvenido este regreso a la realidad de su país.