El lunes, el tema del día no era el treinta aniversario de la Autonomía extremeña ni la nueva Ley de Educación. Ni siquiera la pista de pádel, monstruosa aunque momentánea excrecencia, en pleno corazón de la sufrida ciudad. Lo era, lectoras y lectores, el portugués atractivo, prepotente y deslenguado, cesado por el gran Jefe Florentino . Entiendo poco de fútbol y mi ignorancia certifica que la motivación es motor esencial del aprendizaje y no la rendición de cuentas como le susurran a Wert sus expertos.

Además, si fuera por horas de fútbol padecido en mi ya larga existencia, sería doctora cum laude en tan popular deporte. Pero no. El fútbol semanal me aburre y el de las grandes ocasiones, o sea cuando juega mi selección, me estresa un disparate y en vez de verlo riego las plantas y escucho los gooooles, desde la terraza. Así que no sé decirles si Mourinho es ese gran entrenador que proclaman algunos, el mártir que quiso renovar un club anclado en todos los dislates del pasado o ese mediocre con suerte según otros, que en cuanto el Madrid mete un gol se echa atrás, abortando la ambición y el juego creativo de sus extraordinarios jugadores.

Lo único que me atrevo a afirmar, es que a tenor de sus ruedas de prensa, ese señor es muy maleducado. Y como seguro que ya recuerdan todas las veces en que se ha mostrado lenguaraz, cotilla, ególatra, despreciativo con sus futbolistas, soberbio en grado extremo y obsesionado con su persona, no voy a insistir. No sé si será buena o mala persona, aunque siempre creí que de la abundancia del corazón habla la boca. Lo que yo le he oído revelaba demasiado a menudo una falta de respeto total por los demás y un afán de venganza vergonzante.

Dicen que el Madrid le echa y él se va porque no resiste más presión. Yo, en mi ignorancia creo que equivocó el objetivo, se obsesionó con superar a Guardiola, aprendió a ganar al Barça, pero faltó al respeto a los suyos y olvidó que el deporte no es solo ganar, sino también señorío y lealtad. Un mal ejemplo, en fin, para muchos jóvenes que ven en el Madrid un mito.