WHw asta este momento, los dos grandes partidos, PSOE y PP, han acordado celebrar cinco debates, lo cual es un gran avance: los ciudadanos van a tener unas posibilidades de ilustrarse sobre los proyectos de los candidatos desconocidas hasta ahora. Cabe recordar, en este sentido, que hasta la pasada campaña electoral a la Junta no se había celebrado ninguno. La diferencia con la campaña que está a escasas semanas de iniciarse es, por tanto, sustancial.

Lo avanzado es mucho, pero todavía hay margen de mejora: Extremadura no es bipartidista, o solo lo es en esta legislatura en lo que se refiere a la representación en el Parlamento, por lo que reducir los debates a un cara a cara entre los candidatos a los dos grandes partidos iría en contra de la esencia de lo que se pretende.

De otra parte, el candidato popular debería ser consciente de que su posición con respecto a los debates siempre estará debilitada mientras algunos de sus alcaldes, notoriamente el de Badajoz, Miguel Celdrán, persistan en su negativa a celebrar debates: no es posible defender una cosa y su contraria según la conveniencia del momento. José Antonio Monago debería hacer que su partido solo tuviera un parecer respecto a este asunto, que no es puramente formal, sino que atañe al nervio de la democracia.

Si deben ser abiertos a los ciudadanos a con cuestionario y tiempo tasados; si deben ser en un medio de comunicación o en instituciones o asociaciones y abiertos a todos, son circunstancias secundarias que no deberían servir de distracción sobre lo esencial: la necesidad de que los votantes sepan qué votan.