Es muy probable que, como señala el juez Ruz en su auto, el tal José Luis Rodríguez Neri , su pareja, la cuñada, el amigo -un tal Ramos - y su novia se hayan dedicado a saquear la SGAE con la anuencia, si es que no con la activa complicidad, de su equipo directivo, pero nadie les puede negar que les ponían unos nombres muy bonitos a las empresas de que se servían para perpetrar el despojo: ´Microgénesis´, ´Hipotálamo´, ´Micromega´,´Luna Negra´ o ´Welcome to Madrid´.

En un mundo elegante y selecto, rendido a la belleza, esta sola circunstancia obraría como atenuante en la calificación de sus presuntos delitos, pero el juez Ruz no parece muy inclinado, a tenor de la contundente prosa que ha empleado al describir los chanchullos de la trama, a pensar que el mundillo de la estafa y del desfalco sea elegante ni selecto, ni mucho menos rendido a la belleza.

Pero los nombres de las empresas que Neri y los suyos creaban con el único objeto de apropiarse de parte de los impuestos, revolucionarios sin duda, que la SGAE cobraba abusivamente a la ciudadanía, no sólo eran sugestivos, sino que no estaban elegidos al azar ni al buen tun tun. Por ejemplo, ´Microgénesis´, que alude a los cambios que se producen en la conducta a consecuencia de un proceso de aprendizaje. El cambio operado en la peña de marras mientras aprendía a mangar, a la vista está: que se forraba. ¿Y ´Luna Negra´? ¡Ah, la oscuridad total! Una bendición para el caco. ¿Y ´Micromega´, ese darle a todo, a lo micro y a lo mega, ese eclecticismo totalizador en el ámbito del timo? Sin embargo, la mejor era ´Hipotálamo´, alusión a ese lugar del cerebro donde, entre otra porción de funciones, se regula el hambre.

Todavía los del gabinete de crisis de la SGAE invocan a los "creadores", a los 100.000 beneficiarios de la SGAE (donde no están los escritores, ni los pintores, ni los escultores, ni los fotógrafos, ni los poetas), para dejar a salvo el buen nombre de la entidad. Para "creadores", los Neri y compañía, que, casi como Dios, crearon nombres de la nada.