TEtstá la cosa que arde con todas las directoras generales de España de la Mujer que, como los portugueses con su himno, cantan: ¡A las armas, a las armas!, y así está nuestra Josefa María Caraballo, haciendo giros y jeribeques con las pistolas a las puertas de las Casas de la Mujer. Y basta que la asociación que agrupa a las mujeres asegure que la puta era la mujer, para que nos pusiéramos todos en contra del hombre, que ya se sabe que puede matar.

Pero el golpe fue para la exministra de Cultura Carmen Alborch, que llegó, vio y triunfó cortando varias orejas en la localidad de Malpartida de Cáceres durante la cena-homenaje que le rindieron las mujeres malpartideñas.

Sus compañeras de mesa pidieron la cuenta al mismo tiempo que pedían la hoja de reclamaciones, donde dejaron escrito, entre otras cosas, que la carne estaba infumable y que el agua era del grifo, y acto seguido, con doña Carmen al frente, dejaron corrido al restaurador, que se quejaba encima que las comensales quisieron que les abriera unas botellas de champán que traían en el bolso.

Y es que, coño, o esto es una democracia o las mujeres no jugamos, y por favor, asociación de mujeres, abstenerse de ponerse de parte del hombre aunque lleve razón, que han sido muchos años de espera en las puertas de las tabernas.

Y ya no escribo más, porque después me cortan el artículo y ustedes no me entienden nada de nada.

*Escritor