Se dice que hacer de la necesidad virtud es, además de un acto de pía resignación, una clara engañifa para convencer a los demás de que lo que se presenta como clara desventaja es realmente una situación favorable. A efectos prácticos, esto es lo que le sucedería a quien, ante la navaja en el cuello, entrega el reloj y la cartera con simulado agrado, intentando convencer a los demás de que el reloj ya estaba caduco y en la cartera no había nada. Evidentemente, puede decirse que no es atracado, sino colaboración voluntaria de la víctima con el agresor. Esto, que bien pudiera ser una gracieta propia del cine de Berlanga , es un ardid muy habitual en la política de nuestros días, en donde se quiere hacer ver a los ciudadanos las ventajas de situaciones desventajosas contra las que el gobernante no puede o no quiere hacer nada.

Ante el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2007, y más concretamente en lo que hace referencia a Extremadura, bien pudiera aplicarse lo de de la necesidad virtud , después de oídas y leídas las valoraciones que del mismo se hacen, tras verse afectado por el Estatuto catalán y por los excesivos parabienes territoriales que las interesadas alianzas parlamentarias requieren.

Creo que se hace imprescindible resaltar que el sistema de reparto territorial utilizado en estos presupuestos cuestiona una de las funciones básicas que un Estado moderno y democrático tiene, desde el punto de vista económico, como es la redistribución de la renta y de la riqueza entre personas y territorios. Es decir, la solidaridad interterritorial.

Lamentablemente, en estos presupuestos se consagra, por motivos exclusivamente de interés partidista, un esquema de reparto absolutamente insolidario y en evidente atención al insignificante Estatuto de Cataluña, que motiva que esa comunidad se lleve, ella sola, el 18,85% de las inversiones en infraestructura. Esto supone un aumento de 745 millones de euros (123.000 millones de pesetas) en su dotación presupuestaria. ¿Debemos quejarnos por lo que se lleva Cataluña? Debemos quejarnos porque ese sustancioso aumento sale de una sustanciosa disminución de todos los demás, afectando más a la que menos tiene, que es Extremadura.

XPARA BARNIZARx el despropósito, en Extremadura nos conformamos con el logro de una supuesta garantía de reivindicaciones históricas, que ya estaban garantizadas mucho antes de estos presupuestos y que se paralizaron o ralentizaron en los presupuestos de 2005 y 2006, sin que ello fuera denunciado desde el gobierno regional. Me refiero, claro, al AVE y a la Autovía de la Plata, de los que se quieren apropiar Gobierno y Junta, a pesar de que los compromisos de un trazado extremeño para el AVE y las adjudicaciones de las obras de la autovía, se hicieron bastante antes y también antes de la etapa Zapatero .

En el reparto de las inversiones en infraestructura del Estado, Extremadura ha salido mal parada. Mientras Cataluña recibe un 18% más que el pasado año, Extremadura parece conformarse con un incremento del 2,6%, cuestión esta que agrava la necesaria convergencia y premia la insolidaridad entre territorios. Con el aplauso y beneplácito de los responsables extremeños, empeñados en propagar bondades donde no hay más que mezquindad.

La supuesta bondad de los presupuestos para Extremadura no puede medirse en términos de cuantía por habitante, pues es un factor engañoso al ser Extremadura una región con un índice demográfico mucho más bajo que Cataluña y ser sus infraestructuras mucho más raquíticas y arcaicas. Recibir 542 euros por habitante, aunque en el 2006 se haya subido hasta los 532 euros, frente a Cataluña que recibe 417 y siendo la media nacional 476, no es más que hacer de la necesidad virtud, aparcando la necesidad imperiosa de contar con infraestructuras que sirvan para proyectar un desarrollo que a Extremadura se le niega y del que no se ha podido disponer durante veinticinco años.

¿Hubiera podido ser peor? Todo puede empeorar y los extremeños tenemos mucha práctica. Malas noticias, que junto a la pérdida de fondos estructurales y de cohesión de la Unión Europea, complicará enormemente, como ya anunciamos, el futuro debate sobre el modelo de financiación autonómica, más aún con un gobierno para el que todo vale y con una Junta experta en buscar atroches para el aplauso de lo que llega. ¿De la dificultad virtud? Así nos va.

*Economista. Exdiputado del PP