Estrenamos un año que no será tan desastroso como algunos profetizan ni tan feliz como nos merecemos. La vida sigue y, cuando entra enero, me propongo dos tareas urgentes que comparto con usted, amable lector. Y después, en lugar de los habituales y prontamente olvidables propósitos anuales una somera lista de no propósitos. Mucho más asequible, espero.

La primera tarea es desprenderme ya de las recientemente adquiridas lorzas abdominales. La segunda es no desprenderme en absoluto del calorcito intercostal proporcionado por el cariño dado y recibido durante estos días y conservarlo como el mejor regalo. Porque lo es. Gasolina contra el desaliento es esta memoria feliz de lo vivido. Así que, mientras quemo el exceso de grasa y recojo los adornos en el trastero hasta el año que viene, combato la melancolía inútil de la ausencia.

Me gusta poner los adornos de las fiestas y también me gusta quitarlos nada más se terminan. Tiene la vuelta a la rutina un encanto agridulce, pues, si bien es dolorosa la partida de los que volvieron a casa por Navidad y aceleraron la vuelta a sus propias rutinas para evitar el tráfico, el presente se nos acumula y encaramos nuevos retos que procuraremos que no se hagan viejos demasiado pronto. Siempre servirán para potenciar esa capacidad tan sana de olvidar los microfracasos y volver a empezar.

Por último, aprovechando su paciencia, confesaré mis no propósitos para el 2019. No, este año no terminaré por fin de ser angloparlante fluida, ni será este en el que me convierta en runner invencible, ni haré cada día los ejercicios de gimnasia facial que detendrán mis arrugas para siempre, ni conseguiré hacer media hora diaria de meditación para mantener a raya mi tensión. Lo sé y lo acepto.

También sé que los trenes extremeños no funcionarán mejor este año, que continuará habiendo mujeres atacadas, que una parte de los españoles que no quieren serlo continuarán con sus mentiras y que el mundo no será un lugar mejor. Lo sé y lo acepto. Y a pesar de todo, le deseo, amigo lector, lo mejor para el próximo e incierto año.

* Profesora