XUxn atentado múltiple en el corazón financiero de Londres, al día siguiente de la nominación de la ciudad para los Juegos Olímpicos del 2012 y mientras el G-8 estaba reunido en Escocia, requiere un alto grado de sofisticación y una planificación minuciosa. Nuestro mundo, que parecía antes del 11-S ajeno a cualquier amenaza, se tambalea ahora ante una organización terrorista fanática que está tan descentralizada que se desconoce el nudo gordiano de esa malla diabólica. Todavía sin reponernos del horror de las imágenes que llegan de Londres, la pregunta es si nos estamos defendiendo adecuadamente.

La respuesta de la mayor potencia del mundo --que es la que primero recibió los ataques terroristas-- fue la invasión, primero de Afganistán y después de Irak. En esa aventura estuvo siempre acompañado por el Reino Unido como el más fiel e incondicional aliado. Pero todos los datos de los que disponemos es que la invasión de Irak, lejos de colaborar en la solución del problema, no ha hecho otra cosa que agravarlo.

Según todos los informes serios de las organizaciones de inteligencia, en el Irak de Sadam Husein no había terroristas de Al Qaeda y ahora es un semillero de militantes fanáticos dispuestos a inmolarse envueltos en bombas con tal de expulsar al enemigo extranjero.

Blindar las sociedades libres significa cambiar las formas de vida. Ya hemos iniciado ese recorrido y en algunos casos pagando un gran precio por nuestra seguridad.

El Acta Patriótica norteamericana sigue permitiendo la tortura de Guantánamo, la restricción de derechos civiles y la utilización de paraísos de tortura en donde los interrogatorios pueden ser más provechosos . Tenemos todo el derecho a defendernos y a proteger nuestra seguridad, pero la premisa más importante es el análisis del fenómeno al que nos tenemos que enfrentar y definir claramente los objetivos de nuestra defensa y la forma de combatirlos.

Hay un factor profundo que está en la raíz de este mal que es la desigualdad y la pobreza como padres directos del fanatismo. Además de blindarnos, debiéramos pensar en esos síndromes a más largo plazo.

Según todos los informes serios de las organizaciones de inteligencia, en el Irak de Sadam Husein no había terroristas de Al Qaeda y ahora es un semillero de militantes fanáticos dispuestos a inmolarse con tal de expulsar al enemigo extranjero