Mucho antes de que los alumnos de Secundaria creyeran que "vuelva usted mañana" es la frase estrella en las oficinas del DNI, cuando los grises empleaban menor contundencia contra los manifestantes antifranquistas que los policías de hoy en Copenhague frente a los ecologistas, tuve yo en Barcelona una profesora de Literatura que me enseñó a amarla. Y de entre tantos magníficos escritores españoles me habló de Larra . De su época atroz, su espíritu ilustrado, sus ideas modernísimas, su lucha contra la opresión, el atraso, la intolerancia y la indolencia. De sus artículos contra la pena de muerte, los toros, el machismo y la falta de educación. De su dolor por España, sus sarcasmos, su baja estatura, su amor por Dolores y su compromiso tajante frente a la tontería, la tiranía y el mal gusto. Fígaro, el Duende Satírico, el Pobrecito hablador fue un periodista insobornable, el padre del artículo de opinión de una España enferma. En este año que termina se conmemora el segundo centenario de su nacimiento y hasta el 14 de febrero están ustedes a tiempo de ver la exposición Larra: Fígaro de vuelta (1809-2009) en la Biblioteca Nacional. A pesar de que nuestra maltratada nación no atraviese su mejor momento, amenazada, parece, con quedarse en el furgón de cola europeo, no podemos caer en la tentación de afirmar que cualquier tiempo pasado fue mejor, pues la España en la que reina Juan Carlos , crisis incluida, es un país luminoso y libre lejos de aquel corral gris y triste que tiranizaba Fernando VII , pero si Larra contemplara el poder mediático de algunos creadores de opinión de hoy, con la transformación facial de Belén Esteban liderando la audiencia, Jorge Javier dueño y señor de las Ondas, la TV que padecemos y la peor prensa escrita que sufrimos donde el morbo, la zafiedad, la grosería y el papanatismo reinan a sus anchas, él, que siempre fue un "dandy"- un pijo para Raúl del Pozo - se pegaba otro tiro. Y con razón.