Al igual que con los individuos, las comunidades humanas también pueden vivir un proceso de alienación, olvidando o negando su realidad, su esencia y su identidad.

Ocurre esta observación a causa de Olivenza y una vez que ha sido anunciada la Macrorepresentación de la Guerra de las Naranjas .

No por constituir inesperada ofensa contra Portugal y los portugueses, amigos de Olivenza, que han de interrogarse acerca de la razón de la iniciativa, ni por qué sea de dar relieve al evolucionar de Olivenza de los últimos dos siglos, asunto que se va a dejar a los historiadores, diplomáticos y políticos.

Lo que es extraño, como actitud esquizofrénica, es que los oliventinos, ellos mismos, van a promover la celebración de un conflicto central de su historia --para algunos hoy en día patético, pero ciertamente trágico para aquellos que lo vivieron y sufrieron-- en el que sus antepasados, sus mayores, se vieron atacados, derrotados, conquistados y dominados por la fuerza de las armas.

Lo amargo es que los oliventinos de ahora admitan tratar como un macroespectáculo de 18 días la tragedia de los oliventinos de 1801 y que, con el macrorepresentación en la cual Olivenza celebra la victoria de otros y celebra la derrota suya, mistifiquen los miedos y los horrores sufridos 210 años atrás, negando su historia y la memoria de sus antepasados, como quien va a tirar piedras en sus tumbas.

António Joao Teixeira Marquez **

Almada (Portugal)