Como poniéndose de acuerdo con lo que toca hoy, súbitamente el tiempo se ha otoñizado. Viene la lluvia repentina, los vientos, el cielo plomizo, las alertas. Y con toda esa parafernalia otoñal, despertamos de la modorra al mismo tiempo que los padres despiertan a sus niños para que vayan al fin al cole, les visten con primor y les preparan ese material mágico lleno de futuro, sus bolsas con los bocadillos y todo lo que quepa en la mochila milagrosa.

Dando gracias al dios de las temperaturas, del aire y del agua, transitamos ya por la mitad de septiembre mientras constatamos que la parálisis política no tiene cura pero que algo tiene que moverse después del 25S. No parecen tener prisa los mal llamados líderes políticos, enrocados en estrategias, engañifas, reparto de prebendas y constante repetición de mantras, pero el tiempo avanza pese a ellos. El bloqueo permanece y los muros subsisten. El muro infranqueable que entre uno y otro han levantado a fuerza de desprecio mutuo Rajoy y Sánchez alcanza ya una altura tal que su demolición, si es que se produce, arrastrará en su derribo a alguno de los dos. La capacidad de resistencia y la paciencia infinita del español, su aguante o su resignación alcanza unos límites que podrían calificarse casi ya de culpables. Europa se impacienta, avisa de las funestas consecuencias del bloqueo, y algunos, tímidamente, como Vara , se quejan abiertamente.

Una, que vuelve a su rutina bendita, a las clases, a los madrugones, a la carretera de Malpartida, colapsada casi por el casting de Juego de Tronos, a los alumnos nuevos y a los veteranos, y se enfrenta a un curso incierto, con una Lomce cuestionada y una reválida recurrida, contempla de nuevo los grupos de estudiantes universitarios víctimas de las novatadas, como una metáfora viva de España. Una novatada continua, que todos denuncian y nadie corrige. Y se pregunta, intentando conservar la esperanza en el deber cumplido de la mayoría de la gente --la de verdad, no la que solo es un eslogan hueco--, qué habremos hecho nosotros para merecer esto.