TDtice Juan José Millás en una entrevista reciente que las pistas, los datos, las claves, las puertas que abren la percepción a la comprensión, al análisis y a la posible interpretación, más o menos, certera de la realidad se encuentran en la periferia, en los archipiélagos, en los alrededores, y no en el centro, en el núcleo duro, en la estructura perfectamente accesible, visible. Pues es ahí, en esos aparentemente no lugares, no tan ubicados o localizados, donde se van depositando progresivamente los posos de la vida, aquellos que el mago (ancestral) psicoanalista (actual) es capaz de descifrar. Continúa diciendo, que en los detalles están los significados, que ir al centro es un error. Quizá, esa distancia, física o temporal, que permite una aproximación más certera, menuda paradoja, es la que nos debemos aplicar para hablar de nosotros mismos o mirarnos a nosotros mismos, e incluso, para poder dejar de mirarnos sólo a nosotros mismos y sólo para nosotros mismos. No hay peor inclinación del ser humano, además de tropezar dos veces en la misma piedra, que la de mirarse continuamente el ombligo, y satisfacerse de él, además de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Esta tendencia se manifiesta de manera aún más aguda en los representantes políticos, imagino que por ser representantes y estar más a la vista, y sobre todo, porque suelen manifestar, como decía Cantinflas, una considerable falta de ignorancia que da temor. No olvidemos que la filosofía, o la reflexión, parte y surge de la duda, de poner en duda y ponerse en duda, girando alrededor del centro por las periferias. Y si debemos pasar del orden del decir al orden del hacer, y tomar ejemplo, debo reconocer que no tengo muy claro la certeza de lo expresado.