En el libro de Paul Auster Experimentos con la verdad me encuentro con lo que parece ser, bueno así se dice, la nota del traductor, el propio Auster, a la monografía Crónica de los indios guayaquís del antropólogo francés Pierre Clastres (París, 1934-1977): "Esta es una de las historias más tristes que conozco. De no haber sido por un pequeño milagro ocurrido veinte años después de su inicio, dudo que hubiera sido capaz de reunir el valor para contarla". Relata, prolongada durante años, entre pérdidas, ausencias, vacíos y desapariciones, su relación con este libro y con el propio autor. Hasta que finalmente sale a la luz la traducción, ya fallecido Pierre Clastres. Pero lo que sorprende, además de la historia en sí, es la consideración de Auster sobre el estilo, la forma y el fondo, de la escritura de este antropólogo. Del primer ensayo que leyó, De lo Uno sin lo Múltiple , de apenas siete páginas dice: "No sólo era inteligente, provocador y estaba argumentado. La prosa de Clastres parecía combinar el temperamento de un poeta y la hondura mental de un filósofo, y me conmovió su franqueza y humanidad, su total falta de pretensiones". Y al leer posteriormente Crónica de los indios guayaquís , señala: "Creo que es imposible no enamorarse de este libro. La meticulosidad y la paciencia con que está escrito, sus incisivas observaciones, su humor, su rigor intelectual, su piedad: todas estas cualidades se refuerzan la una a la otra y lo convierten en una obra importante y memorable-". Y quiénes somos nosotros, y yo por supuesto, para contradecir a Auster, sobre todo cuando uno no quitaría ni una coma a lo dicho tras leer los citados escritos, y más aún cuando lee El deber de la palabra (la relación entre el uso de la palabra y el ejercicio del poder) de Clastres, que comienza así: "Hablar es ante todo tener el poder de hablar. O mejor aún, el ejercicio del poder asegura el dominio de la palabra: sólo los amos pueden hablar. En cuanto a los sujetos: entregados al silencio del respeto, la veneración o el terror. La palabra y el poder mantienen una relaciones de tal índole que el deseo de uno se realiza en la conquista del otro".