Uno se levanta un domingo cualquiera, por ejemplo, el 24 de mayo, y tiene una idea brillante, en su opinión: proponer a Sánchez que, a partir del día siguiente, al entrar en fase 2, se permita la movilidad entre las dos provincias extremeñas. Así lo solicitó Vara en la videoconferencia con presidentes autonómicos, sin esperar al desarrollo y resultado de esa nueva fase. ¿Quería dar la impresión de que todo estaba controlado en Extremadura antes que en ninguna otra comunidad? No se entiende de otra forma. Le pareció poco y reclamó la apertura de fronteras con Portugal (como si eso fuera únicamente una decisión de España) porque consideraba que «estamos en condiciones de poder abrir la frontera y sería bueno que así fuera», dijo.

Dos semanas después, justo cuando íbamos a entrar en fase 3 y todas las comunidades autónomas permitirían los desplazamientos entre provincias, Vara anuncia que, en Extremadura, no. Y lo hace sin dar explicaciones, solo vaguedades que generan aún más desconfianza hacia la Junta y aumentan la inseguridad de la población; ¿qué está pasando en Extremadura para ser la única región en España que no permite esa movilidad? Vara dice que tiene el «susto en el cuerpo» y Vergeles que hay «diferencias en el origen de los casos entre las dos provincias». No se entiende nada; no se comprende qué puede cambiar en una semana, qué conjuro nos protegerá a los extremeños para que, el próximo lunes, las condiciones cambien y ya no les preocupe el origen de los posibles contagios, ya salga el susto del cuerpo.

Más asustados estamos los ciudadanos por el coronavirus, y por la gestión que está haciendo la Junta de esta pandemia. Esa nefasta gestión no se queda únicamente en lo sanitario, sino que alcanza a otros ámbitos como el económico; la actuación socialista ha llevado a quebrar las cuentas de Extremadura. Prueba de ello es el gasto cero de la Junta en inversiones durante el primer trimestre de este año. Esto significa una parada, dos meses y medio antes del Estado de Alarma, en la actividad de aquellas obras necesarias para los ciudadanos, como el arreglo de carreteras y de caminos o las depuradoras, las redes de abastecimiento o cualquier otra que mejore la vida de los extremeños y genere empleo.

No hay que extrañarse: el presupuesto de este año, publicitado por la Junta como el más cuantioso, no tiene capacidad real para atender ni las necesidades de la gente, ni los derechos de los funcionarios, ni las obligaciones educativas ni las sanitarias. En definitiva, una cifra falsamente aumentada con unos ingresos ficticios sobre un papel que todo lo soporta, pero que vemos ahora que se desinfla como si fuera un globo.

*Ingeniero técnico agrícola y diputada del PP.