Extremadura se aleja del resto del país. En un clima de crecimiento continuado, en el que España está marcando la pauta entre los socios de la Unión Europea, Extremadura cierra 2017 con déficit, con un desfase de 163 millones, el cuarto mayor déficit del conjunto nacional.

Vara lleva tres años consecutivos de incumplimiento del objetivo de déficit. Y la cosa no pinta mejor, ya que Extremadura ha comenzado 2018 con once millones de euros de déficit y la deuda regional ronda ya los 4.401 millones de euros.

Frente a este lamentable panorama, llegan los Presupuestos Generales del Estado (PGE) 2018: las cuentas más comprometidas con Extremadura, con una inversión por habitante que alcanza el nivel más alto de los últimos siete años, gracias, entre otras cosas, a las gestiones silenciosas pero incesantes del presidente José Antonio Monago.

Estas cuentas suponen una mejora directa en la calidad de vida de casi 200.000 personas que verán incrementadas sus pensiones de jubilación y de viudedad en nuestra región; así como de casi 50.000 empleados públicos, que verán aumentados sus salarios en este año 2018.

Pero, además, suponen dar continuidad a la clara apuesta del gobierno de Rajoy por nuestro tren, que recibirá este año más de 260 millones de euros, la mayor inversión en materia ferroviaria del país.

Los extremeños hemos demostrado que estamos juntos en esta antigua reivindicación que empieza a materializarse en una realidad tangible, tras los ocho años perdidos durante los gobiernos de Zapatero.

Los integrantes del Pacto del Ferrocarril, fieles al espíritu de acuerdo, sin mirar signos políticos, tenemos que trasladar a la sociedad extremeña que hay acuerdos que están por encima de cualquier interés partidista, también de los intereses particulares de los diputados socialistas extremeños en el Congreso.

Urge, pues, la convocatoria del Pacto del Ferrocarril, como ha pedido ya el presidente Monago, porque es necesario evaluar, como región, las inversiones recogidas para el tren en estos presupuestos generales y poner sobre la mesa cuáles son nuestras prioridades: las pancartas o las inversiones.