Tengo 56 años, y ya he cruzado la línea esa en que uno empieza a pensar de qué va a vivir cuando deje (o le hagan dejar) de trabajar. La situación es negra para mi generación. Mis padres han podido gozar de una dulce época, consecuencia del llamado baby boom al que contribuyeron. Sin embargo, nosotros, hemos sido una generación poco productiva en cuanto a descendientes, con lo que nos veremos abocados a pagar las consecuencias de nuestra limitada descendencia. Daré por sentado que el diagnóstico de la situación es el correcto: envejece la población y, en consecuencia, se recauda menos y hay más dependencia. En esto no creo que pueda haber opiniones. He leído diversas opiniones y posibles vías que se están proponiendo, pero hay una que no he oído y, personalmente, me gustaría que al menos se barajara. Como decía, soy un hijo del alto índice de natalidad de otros tiempos y padre de esta generación que me debería ayudar en mi jubilación. Pero, a diferencia del 90% de mis conocidos, yo he tenido cuatro hijos; mi aportación indirecta a la caja del Estado ha sido bastante mayor que la de otros, que optaron por posiciones más cómodas, con menos hijos y más viajes. Me pregunto si no habría alguna posibilidad de incluir este factor diferencial en la pensión.

No propongo nada raro, pues recordaremos que, antiguamente, en muchas familias se consideraba que tener más hijos aseguraba una buena vejez a los padres. Ahora la familia ya no funciona así, por lo que sería lógico que quien ha optado por una familia más numerosa sea recompensado por la sociedad de algún modo. Mi propuesta podría animar a las parejas actuales, redundando en ese incremento de la natalidad que tanto necesitamos.

A. Salas **

Correo electrónico