Hoy, tras varios días de pandemia, Portugal me ha vuelto a sorprender al conocerse los datos de fallecidos y contagiados por coronavirus. Aunque su poblacion es cuatro veces menor que la de España, los datos de fallecidos son treinta y dos veces inferiores, 16.972 fallecidos en España por 504 en Portugal, datos del domingo día 12 de abril. Portugal ese país tan cercano con el que compartimos 1.200 kms. de frontera terrestre y tan desconocido para tantos españoles, nos vuelve a dar una lección más con esa sencillez, cordura, humildad y tenacidad que caracteriza a nuestros vecinos portugueses. Algo tendrá que ver con esos datos la gestión de su gobierno, de su presidente socialista Antonio Costa y de la oposición, que se anticiparon mucho antes que el gobierno de España a tomar medidas, en cuanto que vieron las orejas al lobo. Valgan estos datos para que tomemos conciencia de la idiosincrasia de este país vecino y los tengamos más en consideración, que hagamos por conocer su lengua al igual que ellos conocen muy bien la nuestra, y nos damos cuenta de ello cuando vamos a cualquier punto de Portugal y nos entienden cuando les hablamos en español, conocen nuestro idioma mejor que nosotros el suyo, ven muchas películas españolas sin doblaje y mucho fútbol de la liga española; nos conocen mejor que nosotros a ellos. Siempre que he viajado a Portugal he tenido en estima a nuestros vecinos, pero hoy, al conocer los datos de la pandemia, he sentido admiración hacia ellos y la sensación de estar recibiendo una lección de este nuestro país hermano.

PATRONA DE CÁCERES

A nuestra Madre de la Montaña

Julita Herrera Redondo

Cáceres

Queridísima madre de la Montaña: se acerca el día de la venida de tu imagen a la ciudad, para hacerte el novenario que, con tanto cariño y devoción te ofrecemos todos los cacereños cada año por estas fechas. Son días grandes para todos y de modo especial para nosotras, tus camareras.

Esa emoción que sentimos en estos días anteriores a tu venida, en medio de los preparativos, se han convertido, en esta ocasión, en días de tristeza y añoranza pues no podremos celebrarlo debido al confinamiento al que nos vemos sometidos. ¡Oh, Madre! ¡Cuántos pensamientos me vienen a la mente! ¡Cuántas vivencias en esos pocos días! Esas noches de primavera, cuando nuestra ciudad antigua ya huele a flor y vive el bullicio de las grandes fiestas, nosotras, tus hijas, vamos en tu busca, a tu cuidado. Y, cuando se cierran las puertas de la concatedral, empieza nuestro verdadero encuentro contigo, Madre.

Y comienzan nuestras idas y venidas al altar, al baptisterio, a la sacristía, buscando lo necesario, sin que este ir y venir entorpezca las labores de cada una. Durante unas horas, trabajamos sin descanso a fin de que tu grandiosa presencia luzca en todo su esplendor. ¡Qué emoción, Madre!

Y cada noche, esa subida a las andas para ponerte el manto; esas flores que rodean tu trono cerca de Jesús vivo en el Sagrario; esos jarrones que con tanta ilusión y esmero se colocan a lo largo y ancho de nuestra admirada concatedral. ¡Qué emoción, Madre! Y ese ratito de recogimiento que buscamos para susurrarte al oído nuestras preocupaciones, pidiéndote ayuda; para hacerte partícipe de nuestras ilusiones, dándote gracias por los dones recibidos.

Esa cercanía a tu imagen que evoca en mí tanto amor y dulzura, tanta ternura que, a veces, hace aflorar alguna lágrima. Pero esta tristeza y añoranza que nos embarga hoy, Madre, la convertiremos por ti en esperanza. Como hijos que protegen a sus padres hoy, manteniendo la distancia física, aunque en la comunión de las almas; así haremos contigo, Madre.

Con la seguridad de que cuidas de nosotras, de nuestros sacerdotes y hermanos; de que velas por nosotros desde tu ermita hasta que, por fin, amanezca y podamos volver a visitarte y homenajearte como siempre. Ilumínanos para que, pese a estos momentos de desasosiego, sepamos siempre alabarte y bendecirte para mayor gloria de tu nombre. Te queremos y te echamos de menos en tu casa de Cáceres, Madre.