Mientras el país se amolda a una economía de austeridad sin fisuras, con recortes presupuestarios y más de cuatro millones de parados, la Federación Española de Fútbol ha prometido pagar 600.000 euros a cada uno de los 23 jugadores de la selección si ganan el Mundial de Suráfrica. Corta la respiración que se barajen estas cifras sin otro argumento que los ingresos que genera el fútbol y el desembolso de los patrocinadores de la selección, que equivale a más del doble del monto total de las primas --13,8 millones de euros-- pactadas por los jugadores. De alguna forma, refleja cierto grado de insensibilidad ante una situación económica de una gravedad desconocida para la inmensa mayoría.

La desmesura de la compensación económica prometida a los seleccionados resulta aún más sangrante si se compara con la pactada por los jugadores de países en los que la crisis económica no ha tenido los efectos devastadores que aquí conocemos. Las cifras que manejan los futbolistas de Alemania, Francia o Brasil, países menos castigados por la recesión que el nuestro, son más contenidas --en ningún caso, modestas--, y no puede decirse que se trate de pequeñas potencias futbolísticas. En cada uno de estos lugares, como en España, la federación de fútbol dispone de ingresos propios, pero en ningún caso se permite un desembolso en primas como el anunciado aquí.