La sonora pitada de que fue objeto el presidente del Gobierno en el desfile del día 12 ha provocado el anuncio de un protocolo más estricto que evite que el público se permita esas licencias. La estabilidad emocional del jefe se ha debido ver afectada y eso no es bueno para el ejercicio del poder.

Pero sorprende la urgencia de la regulación de esa materia, cuando todavía, a pesar de los años, sigue sin regularse el ejercicio del derecho de huelga, a pesar de que en estos años han sido cientos de miles de ciudadanos los que han visto vulnerados sus derechos por huelgas abusivas de pilotos, controladores o maquinistas.

O cuando en la pasada huelga general, y en otras antes, miles de ciudadanos han sido coaccionados, insultados, amenazados o han visto cómo sus negocios sufrían daños y estragos y sus mercancías tabaco en unos sitios, bollería en otros eran requisadas por los piquetes, sin ningún respeto ni por la legalidad ni por la propiedad privada. Pero la sensibilidad del jefe es mucho más valiosa, por lo que se ve, que los derechos de los ciudadanos. Estos pueden esperar. Los abucheos, no.

Julio Calvo Iglesias **

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