Después de la desastrosa rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes, en la que el Gobierno vino a decirnos que abandonemos toda esperanza de que el paro, situado en la insoportable tasa del 27%, baje significativamente antes de que acabe la legislatura, los ideólogos de la Moncloa han tenido que emplearse a fondo para emitir a toda prisa algún mensaje positivo. Las tertulias televisivas del sábado noche y los periódicos del domingo exponían ya las cuatro líneas de defensa de Rajoy tras el mensaje catastrófico lanzado el viernes por el tridente formado por Santamaría-Montoro-Guindos .

La primera es que este Gobierno --a diferencia del de Zapatero , se entiende-- "dice la verdad". Cambiar el cuadro macroeconómico y admitir que la economía caerá este año más del doble de lo contemplado en los presupuestos es un ejercicio de honestidad política. No casa mucho tal argumento con el hecho, contrastable, de que este Gobierno ha cambiado, una por una, las directrices de su programa electoral, ha subido impuestos tras afirmar solemnemente que no lo haría y tiene un presidente que vive parapetado para no someterse a las preguntas de la prensa.

El segundo razonamiento lo expresaba ayer el ministro de Economía, Luis de Guindos, en una entrevista con ABC: "Nos ponemos en lo peor para que las sorpresas sean positivas". La declaración iba complementada con el titular de apertura de La Razón: Rajoy optó por el peor escenario para ablandar la presión de Bruselas. O sea, en la Moncloa han descubierto el viejo truco de poner las cosas muy mal para luego irse apuntando tantos. Lo mejor, en fin, para dar confianza.

El tercer enunciado para hacer callar a tanta precipitada crítica es que la caída de la prima de riesgo hasta los 300 puntos permitirá una financiación más barata. Menos prima, más oxígeno, decía El Mundo. Y otros medios calculaban ya los miles de millones que íbamos a destinar a crear empleo con semejante ahorro.

Y, por fin, un viejo argumento en nuestra democracia. Los parados son muchos menos de los que refleja la EPA. ¿Les suena?