Ya nos parecemos en algo Cataluña, Andalucía y yo: somos tres realidades nacionales; también lo son los accidentes de tráfico, la paella, los montes Pirineos que nos separan de Francia y que no pasemos de cuartos en los mundiales de fútbol. Quizás esto último sea más una tradición o una costumbre que una realidad nacional, pero tampoco vamos a discutir por eso.

Cuando uno quiere decir una cosa y empieza a dar rodeos para expresarla, al final las chapuzas lingüísticas se convierten en pandemias absurdas: se contagian con facilidad y se extienden con rapidez. Y eso va a pasar con lo de realidad nacional que es una expresión cobarde y en todo caso contradictoria desde el punto de vista político y absurda para definir lo que quiere definir desde el punto de vista gramatical. Como queda dicho al comienzo, realidades nacionales serían todas aquellas cosas que existen, que se dan, que ocurren en una nación; si Cataluña por ahora y Andalucía ya mismo se definen como realidades nacionales lo único que están haciendo --al menos gramaticalmente-- es reforzar más la idea de España como nación que contiene infinidad de realidades: desde mi propia existencia hasta la existencia de Cataluña o Andalucía. ¿A qué viene entonces esa patochada de la realidad nacional ?

XPUES SENCILLAMENTEx a que no hay lo que hay que tener para llamar --o no llamar-- al pan, pan y al vino, vino. En la mente --y en el proyecto-- de los políticos catalanes lo que ese pretendía es que se reconociera a Cataluña como nación y punto. Luego llegó Mas y con él y ZP los absurdos rebicoques político-gramaticales que dieron el resultado ambiguo que todos conocemos para el Estatuto.

Pero la semilla estaba ahí y ahora llega Andalucía y reclama también (Andalucía no reclama nada, el PSOE andaluz, sí) el tratamiento de realidad nacional para su territorio. Lo malo es que ni el PA ni el PP asumen por defecto o por exceso tal reivindicación, así que la bobada la defiende y aprueba con su mayoría sólo el PSOE.

Cuando en unos días cada comunidad comience a redactar los cambios en los respectivos estatutos, a ver quien no pone lo de la realidad nacional aunque sea por si acaso esto trae a la larga algún beneficio. Y una vez que tengamos 17 realidades nacionales, Cataluña --o sus políticos-- dirán que ellos necesitan diferenciarse y volveremos a empezar. Fue lo malo del chocolate para todos de la Transición y vuelve a ser el error de la barra libre del zapaterismo. Lo malo y lo tonto, que es peor.

*Periodista