TTtoda doctrina es, al principio, una descripción verosímil del universo. Pasados los días, la doctrina se reduce a un capítulo insustancial del devenir. La doctrina oficial y extraoficial es que el rebujito es, hoy por hoy, y con permiso de Paquito el Chocolatero, el rey de la feria, y, aunque no se sabe a dónde llegará su reinado, la verdad es que las muchedumbres, ciegas, le siguen.

El rebujito es un combinado plebeyo y raro según algunos especialistas de mala uva: estropea la manzanilla, desgasa la gaseosa y acaba con el hielo; pero según el sentir mayoritario, arregla y al parecer de maravilla, el cuerpo. No importa que su ser consista en desvirtuar las esencias y en violar el principio de todo equilibrio: "No mezclar", porque consigue, en poco tiempo, el tono justo para que de su mano caigan las barreras puristas y las intransigencias folclóricas trasvistiendo a los celosos guardianes de los redobles en voluntariosos y febriles bailaores de sevillanas, aunque torpes para la exactitud de los pasos y más torpes para la ortodoxia de las manos.

Con él surge el consenso. No hay caseta de derecha de toda la vida o caseta de rojo pata negra en la que no dicte su ley, neutralice la discrepancia, encienda la euforia, exalte la amistad, mande y temple: el rebujito es el rey.

*Filólogo