Quienes pretenden reducir el movimiento del 15-M a un grupo violento y antipolítico se equivocan o actúan movidos por la ignorancia o por la malicia. Desde el primer momento, la mayoría de los jóvenes reunidos en las plazas españolas debatieron sobre la situación política, con contribuciones en temas de gran importancia que afectan a la calidad de nuestra democracia. Uno de ellos es todo lo que concierne al sistema electoral, desde la forma de la representación política hasta el modo de escrutinio o las incompatibilidades de los cargos electos. España tiene un sistema electoral proporcional garantizado por la Constitución, pero corregido por una ley d´Hont muy discutible, que prima a los partidos mayoritarios y consagra el bipartidismo. En las asambleas de los indignados se están manejando decenas de propuestas sobre la reforma electoral para mejorar la calidad de la democracia. Todas componen un interesante friso de ideas, a veces irrealizables, a veces contradictorias, pero siempre válidas, En general, y aunque algunos defienden la circunscripción uninominal --para conocer al diputado que representa a los electores--, se apuesta por aumentar la proporcionalidad, por las listas abiertas o por la limitación de mandatos a dos legislaturas. También por las primarias, porque los votos en blanco tengan representación, por primar a la lista más votada y por la prohibición de imputados en las listas, así como por medidas de transparencia, austeridad e incompatibilidad de cargos. Hoy, el 15-M vuelve a levantar la voz en plazas y calles, y confiemos en que lo haga de forma pacífica.