El último Consejo de Ministros del año decidió que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) para el 2004 sea de 460,5 euros (76.621 pesetas), lo que representa un aumento del 2% respecto al que ha estado vigente durante el 2003. Una vez más, el Gobierno ha decidido revalorizar esta renta laboral mínima en igual cuantía que su previsión oficial de inflación.

La primera consecuencia de esta decisión es que el Salario Mínimo Interprofesional pierde poder adquisitivo, ya que la inflación real del país sigue casi un punto por encima de la teórica. Desde 1996, el salario básico ha perdido 4,9 puntos de poder de compra. En ese periodo, las retribuciones de convenio han ganado un promedio de 3,2 puntos, mientras que el sueldo medio ha mejorado su poder de compra en 2,5 puntos.

Aunque se admita que el Salario Mínimo Interprofesional es más una referencia para la concesión de ayudas públicas (indemnizaciones del Fondo de Garantía Salarial, por ejemplo) que una renta laboral real, el Ejecutivo debe desvincularlo de la política presupuestaria y convertirlo en una garantía de ingreso digno de los trabajadores más desfavorecidos. Y, de paso, lograría que el salario mínimo en España abandone el vergonzoso furgón de cola europeo.