Catedrático de la Uex

La crítica es sana. Si es merecida, es necesaria. Si es falsa, reclama disculpas". Tal frase, mía, quedó impresa en este periódico en los inicios de noviembre del año pasado. Traía causa de una información difundida por el secretario regional del PP, José Antonio Monago. Por más que quedara desnuda su falsedad, por más que se le pidiera una rectificación, el señor Monago no lo hizo, y menos aún pidió disculpas al presidente de la Junta, persona directamente afectada por la burda manipulación de unos hechos nunca sucedidos.

El señor Monago, fiel a un estilo que debiera estar desterrado en nuestro tiempo, desde ya mucho tiempo, ha seguido sacando perlas de su interminable tesoro de despropósitos sin importarle para nada seguir situado fuera de época. Por su tozudez, poco caso hace de los resultados electorales en nuestra región, los cuales, desde una mayoría minoritaria, han llevado a sus oponentes políticos a obtener dos mayorías absolutas sucesivas, con resultados crecientes. Todo ello coincidiendo con una forma de expresar la crítica política, llevada a cabo de manera especial durante ese tiempo por los diputados Astorga, Rodríguez Cancho y Casado, con un liderazgo superador en la persona del señor Monago, al cual poco le deben importar las respuestas ciudadanas, con el rechazo de un estilo basado en la descalificación permanente. Sorprendentemente, en él se produce una reacción contraria, revolviéndose en su propia línea argumental, para alcanzar nuevas cotas, con unos ataques que trascienden, muy mucho, el plano de la discrepancia política, para situarse en unos niveles lejos del marco de la normal convivencia democrática.

Sé que el presidente de la Junta de Extremadura no necesita de mi defensa. He leído también la ajustada, y educada, respuesta dada al señor Monago por la portavoz de la ejecutiva regional del PSOE, la señora Pallero. Incluso presumo que estas líneas tienen como inconveniente el provenir de alguien que suele expresar argumentos favorable al pensamiento político socialista. Pero, a pesar de todo, como ciudadano extremeño me rebelo contra un señor que, presa de un incontenible deseo, es capaz de dar a luz palabras, e ideas, tales como: "Su perorata es un eructo garbancero; el que coge a sus huestes; con delirios trasnochados; de peor leche; con la estela de los bufones bananeros; capaz de enfangarse; sus perversiones, cateturas y procacidades; se carcajea de sus propias víctimas; salidas malolientes; paladín de la grosería", etcétera.

Ante tamaño conjunto de expresiones, contenidas todas ellas en un solo artículo, titulado por cierto "perder los papeles" en intencionada referencia al propio presidente, y dado que por sí mismo se califica quien verdaderamente pierde no sólo los papeles, sino también la educación, sólo cabe traer a colación unas certeras palabras pronunciadas, ya hace tiempo, por Carlos Floriano, presidente del Partido Popular extremeño. Decía: "Para que los ciudadanos crean en nuestras críticas, deben creer primero en nuestras propuestas".

Señor Monago, debiera tener la gallardía de pedir disculpas. Bien porque fuera capaz de darse cuenta de la dureza injustificada de sus palabras, situadas bien lejos del terreno de la crítica política, incluso de la más dura crítica. O bien por respeto a la representación de muchos ciudadanos que usted ostenta, los cuales tienen mucha más educación que la que se desprende de un político, al parecer petrificado en el rencor.