Tanto las noticias de este septiembre negro del paro, malas tirando a peor, se rompió el optimismo antropológico de Zapatero y sus ministros. De tanto usarlo, seguramente, como el amor glosado por Rocío Jurado en su memorable canción. Nunca se había visto que el ministro de Trabajo y la secretaria de Estado de Empleo, cada uno por su lado, acreditaran con tanto desparpajo que los 95.817 parados más que acaban de sumarse a la cola del Inem no son sino el presagio de lo que va a seguir ocurriendo hasta finales de año, por lo menos.

Cierto. El ministro, Valeriano Gómez , y la secretaria de Estado, Mari Luz Rodríguez , anunciaron una nueva escalada del paro en el último trimestre recién estrenado. Con reconocimiento incluido de que han vuelto a fallar los cálculos oficiales, que previeron la creación de al menos 40.000 o 50.000 empleos nuevos a final de este año.

Ataque de realismo, pues, y no de contrariedad edulcorada en el mortecino Gobierno Zapatero. Lo cual no ha impedido que su adversario natural, el PP, apoyado en esta ocasión por los nacionalistas catalanes, le haya puesto a caldo por vincular el aumento del paro registrado en el mes de septiembre con los recortes que se están aplicando en las comunidades autónomas gobernadas por el partido de Rajoy .

Estamos en campaña electoral y se entiende la argumentación selectiva del PP frente a las explicaciones del Gobierno sobre este nuevo zarpazo de la crisis económica en términos de paro. Pero no es justo ignorar que la interpretación oficial de estas cifras no sólo se habló de los recortes autonómicos como una fábrica de parados. También se habló del fin de la temporada turística y la atonía de la actividad económica que, por cierto, alguna agencia de calificación ha vuelto a colocar en la senda.

El hecho de estar en campaña electoral también explica que, por devolverle la pelota, el PSOE a su vez haya tratado de rentabilizar unas declaraciones de la número dos del PP, Dolores de Cospedal , en las que parecía sugerir la necesidad de reducir la protección a los parados. Tal que así: "Habrá que negociar hasta qué punto la tienen que tener todos en la extensión que ahora, o solo una parte".

Miel sobre hojuelas en la estrategia del PSOE, consistente en presentar al PP de Rajoy como un depredador del Estado del bienestar. Ahí quiere el candidato Rubalcaba llevar el debate preelectoral a toda costa. Con desigual fortuna hasta ahora. Pero es evidente que con algunas valiosas aportaciones del adversario. Desde esta citada de Cospedal hasta la apuesta de Aznar por un Estado reducido a la mínima expresión, pasando por esa arriesgada afirmación de Cristóbal Montoso sobre "el despilfarro que hay detrás del llamado Estado del bienestar".