TUtn periodista que pasa los lunes al sol. Es lo que soy. Y luego dicen que hablamos demasiado, que hacemos pupa a un puñado de políticos, jueces y banqueros. Ya les digo yo que es del todo imposible pontificar desde las penumbras del paro o la desidia de nuestra profesión. Atraviesa el Periodismo un páramo de profundas densidades, nos atraviesa una sensación de jungla interminable por culpa de nadie, por mi culpa, por mi culpa por mi gran culpa. Confieso que un día muy lejano, uno de aquellos días en los que aún guardaba intactos los ideales en la mochila de supervivencia, la que suscribe, fue periodista hasta los huesos. Me llené el cántaro de la leche de jugosos sueños y tibias preguntas.

XLA QUEx suscribe fue periodista de domingo a domingo, sin recreo de funcionario en la talega, con el micro de las crónicas calientes siempre atento, con la pluma inocente cargada de palabras... solo y eternamente palabras. Soy periodista, obrera en descalabro por la pendiente de una profesión que se extingue. Me llega al alma ver que un periódico va perdiendo hojas por el camino, o una televisión se funde en negro como le ha pasado a la televisión valenciana en una semana aciaga para la Comunicación. Vamos cayendo poco a poco. Tal vez sea nuestro destino, echar el cierre de la máquina cuenta cuentos.

XHAYx en las calles un silencio de rotativas, un cafetín sin corrillo de periodistas, una niebla que cubre de chismes las pantallas en detrimento de la verdad y el asediado Periodismo de Investigación. La radio al menos hierve con todos sus encantadores "canallas" dentro, agazapados entre la espesura del dial, desde donde a las en punto martillean las benditas campanas de un campanario llamado Información.

XHAYx un silencio pastoso, trabado al horizonte del Periodismo, impenetrable, solidificado... como esa herida de amor que deja huella en carne viva. Como triste periodista que pasa los lunes y los martes al sol, no vengo a quejarme de nada, ni a preguntar qué hay de lo mío, ni a criticar a la oposición, tampoco vengo a alabar al tronista de turno, vengo a hacer un guiño a los colegas de travesía. Supongo que estamos obligados a acompañar a los amigos periodistas, que desde hoy ven tambalearse su futuro, como una pequeña embarcación a la deriva, directa al ojo de la tormenta. Algunos días, esta periodista que suscribe, que ve pasar el mundo desde su mirilla, teme llegar al kiosco de la esquina no vaya a ser que otra cabecera del Periodismo se nos haya caído del cielo. Si callan las rotativas habrá un silencio de dunas. Una modorra viscosa de siesta extremeña.

XEN CUALQUIERx caso tenemos la obligación de ser optimistas... ay, el optimismo, qué gran invento. Es ese resquicio que permite respirar cuando parece que todo está perdido. Esa corriente de aire fresco que uno se propina soplando en la ventana.

Soy periodista pero aún me quedan esquirlas de optimismo tras la batalla. Si así no fuera ¿qué pinto yo aupada a las alturas de esta columna hercúlea? Pues pinto de vez en cuando. Y pinto para sentir que la periodista que fui no se desvaneció del todo entre las brumas de esta crisis.

XPINTO,x porque un buen amigo, para más señas, director de esta casa, capitán de este barco, me invitó a viajar en "Primera". Un gesto que agradezco y celebro con él en esta especial semana de premio y reconocimiento.

Las crónicas cuentan que en nombre de los que han hecho posible estos noventa años de supervivencia en el kiosco, Miguel Angel Muñoz recogió el Oro que concede el Ayuntamiento de Cáceres. Cuentan también que lanzó al aire un discurso brillante. Felicitaciones colega, a ti y todos los que por aquí han pasado, dejando su firma en este retablo de las maravillas que es el Periodismo.

Hago un brindis por nuestra profesión, para que nadie nos arrebate la palabra, esta cosa mágica, la última pieza que nos queda en la caja de las herramientas. Hago un brindis porque de aquí en adelante crezca el rumor de las rotativas, y así no haya más periodistas al sol.