TLta mutación de un virus en un subtipo diferente no es un fenómeno nuevo en la Naturaleza: es un mecanismo de supervivencia. Se cumple el mandato biológico irremediable de perpetuarse. El virus gripal es el paradigma de una alta capacidad de mutación.

La gripe aviar, y su amenaza, tampoco es nueva. Hay tres pandemias previas debidas a mutaciones: la espectacular de 1918 (de origen aviar) y las de 1957-58 y 1968-69 (por recombinación genética de virus aviar y humano). Es lo que pudo ocurrir, en el túnel del tiempo, a partir de 1492 en el Nuevo Mundo cuando llegó Colón, quien padeció la gripe que arrasó a tainos y caribes.

Los virus, ante una población humana sin memoria inmunológica (ausencia de contacto previo), encuentran un terreno ideal (tierra virgen) para propagarse. Es la dinámica habitual de las epidemias. La gripe aviar asiática actual está diseminando ente las aves, su reservorio natural (como los cerdos de la porcina y los humanos de la humana). Las acuáticas migratorias vuelan largas distancias, conviven con otra aves y mantienen su epidemia. La epidemia de (y entre) las aves.

Desde 1997, sólo han aparecido 100 casos de humanos afectados, frente a centenares de millones de aves. No es fácil que la pandemia humana de gripe aviar se produzca: se necesita la mutación y que la transmisión interhumana sea cómoda para el virus. Por fortuna, de momento no ocurre así (aunque puede ocurrir). Los casos humanos han aparecido en personas con estrecho contacto con las aves infectadas en zonas de alta densidad de éstas, de virus y de humanos.

La situación de alarma mediática presente merece ser razonable, hablar menos y hacer más: los científicos y las multinacionales farmacéuticas deben seguir investigando para desarrollar vacunas y antivíricos. Es verdad que se está haciendo, pero la investigación debe seguir su curso sin presión ni dependencia de la aparatosidad de las noticias.

Los gobiernos deberían apoyar la investigación, una prioridad absoluta a todos los niveles (más vale prevenir...), y los políticos ser atinados y veraces en sus manifestaciones. Los medios deben informar de forma ajustada. La población, es decir, usted y yo, hemos de llevar hábitos de vida saludable. Si llovieran virus del cielo, procuremos todos que lo tengan difícil en el Waterloo darwiniano de la existencia: es necesario vacunarse contra la gripe común (sólo los grupos de riesgo), evitar el tabaco, seguir una dieta sana y hacer ejercicio regular. Que el azar de la biología no paralice a la necesidad de vivir sanos de cuerpo y de mente.

*Jefe de Patología Infecciosadel Hospital Universitario

Infanta Cristina de Badajoz