El futuro de Edward Snowden no parece haberse aclarado mucho tras su reaparición en el aeropuerto de Moscú junto a representantes de organizaciones de derechos humanos. Las muy pertinentes menciones a la Constitución estadounidense, a la Declaración Universal de Derechos Humanos y a principios declarados en los juicios de Núremberg (1945) hechas en su declaración pública no le han aproximado a la puerta de salida del limbo en el que se encuentra en la zona internacional del aeropuerto. Aquella declaración recuerda algo tan fundamental en derecho y en las relaciones entre gobiernos y gobernados como que lo inmoral no puede convertirse nunca en moral usando leyes secretas como las que permiten tales abusos que atentan contra el derecho a la privacidad. A estos principios ha recurrido en el pasado EEUU para dar asilo a perseguidos por otros países. La diferencia es que ahora es Washington quien conculca los derechos y, como cualquier régimen de poca o nula calidad democrática, considera delito lo hecho por Snowden.