Maestro

Pasó la Semana Santa entre chaparrones y claros. Un claro de limpia luna llena iluminó el camino del Amparo. Otros no tuvieron esa suerte y la Soledad y el Santo Entierro procesionaron de fuera a dentro. Una vez tomada la decisión de no salir y disuelto el cortejo eclesiástico, civil y militar se vieron momentos de intensa emoción derivados de la frustración de ver la ilusión truncada. En estos trances suelen ocurrir cosas bellas. Ante la consternación general, Isabel se arrancó con la primera saeta a la Soledad, como ella lo hace, impecable con su mantilla y plantada delante del paso. Ella cantando mientras era continuo el entrar y salir de gente en la ermita. A esta primera siguieron otras y el ambiente fue perdiendo tensión y aparecieron sonrisas. Los taurinos que entienden de estas cosas anuncian los festejos con permiso de la autoridad y si el tiempo no lo impide. Ha sido una lástima que el esfuerzo callado y la mucha ilusión de quienes hacen realidad nuestra Semana Santa se haya frustrado por las inclemencias meteorológicas. De cualquier forma las procesiones que han salido se han visto arropadas por una multitud en la que se fundían cacereños de toda la vida con turistas y cacereños a secas. Por el barrio ha habido mucho movimiento y mucho ambiente. Han empezado a circular historias de bolardos como para escribir una novela de terror. No hace mucho una familia residente intramuros compuesto por el matrimonio (ella de Cáceres de toda la vida y él cacereño oriundo de Alemania) y tres hijos (de Cáceres de toda su corta vida) volvían de un viaje de Alemania y llegaron con un coche alquilado ante el puente levadizo de la Puerta de Mérida. De nada sirvió su diálogo con el interfono. No tenían tarjeta y el coche era alquilado. Tenían que demostrar que el coche era alquilado. Las maletas a casa de los padres de la cacereña de toda la vida y, sin equipaje y con los niños cansados del viaje, tuvieron que dejar el coche fuera de la fortaleza para llegar a su domicilio.

Como iban a utilizar el coche un tiempo, pidieron la documentación del vehículo a la empresa de alquiler y una vez con la documentación en su poder, viaje al cuartelillo y ¡oh, sorpresa!, no tenían tarjetas. ¿Saben lo que hacen para pasar? Llegan a la Puerta de Mérida, se bajan del coche y llaman por el interfono: "Buenas, mire que somos el matrimonio que tiene un coche alquilado y queremos pasar a nuestra casa." Eso a los de aquí, que vienen los forasteros y como no saben qué es un bolardo (la palabreja se las trae. ¿No podían haber puesto pivote?) y sólo lo pone en nuestra lengua, pues vienen los problemas. Si tiene la mala suerte de intentar pasar detrás de un coche autorizado, ¡zas! sufre una levitación involuntaria, se le estropea el vehículo, se estropea el puente levadizo y encima le denuncian. ¿Tan difícil sería poner unos carteles, en varios idiomas, explicando el funcionamiento? Y si tienes un coche con el morro largo, ¿cómo sabes que han bajado los chirimbolos ? ¿Se podría poner un espejo delante para verlos bajar? Si de verdad queremos ser excelentes en turismo, hay que facilitar la vida a quien vive aquí y a quienes nos visitan.