Está visto, o mejor dicho, ahora lo estamos viendo mejor, que no sabemos gobernarnos, y que la situación de este país que es el nuestro, nos supera. Vemos que los políticos andan por ahí como sin saber qué hacer, o qué decidir, porque a lo mejor, o a lo peor, nosotros los hemos puesto en esa coyuntura. Hasta que la cosa se resuelva.

Está el tema del paro, que no se arregla nunca, y yo de mi pobre cosecha diría que cómo va a solucionarse si hay familias en la que dos o más miembros trabajan, y otras familias que están a verlas venir y no saben por dónde, y este es un caso elevado mil veces o mucho más al cubo.

La corrupción en todas las esferas sociales, y el caso de la infanta Cristina, y otros casos de mayor o menor envergadura que están pudriendo la manzana de un tiempo a esta parte, nada saludable, que es nuestro país, esa piel de toro que al poeta y republicano Alberti, el que se meó en las paredes de la RAE, puso en versos estupendos.

El asunto de los refugiados que clama al cielo, pero el cielo al parecer es sordo, porque las penalidades de estas gentes no tienen nombre. Y el cielo no les escucha. El asunto de los terroristas islámicos y otros no menos fanáticos, y sanguinarios.

Con Franco esto no pasaba, otras cosas, sí.