La última operación de EEUU en Irak, la muerte del general iraní Qasem Soleimani, puede originar una reacción en cadena en esa zona convulsa del mundo, que siempre ha sido un polvorín. Irán se ha enojado, y mucho, al considerar la acción norteamericana de eliminar a un general en un ataque con drones como un asesinato, y ha prometido venganza contra los autores.

Irán lleva muchos años jugando un papel importante en la zona. Los errores de EEUU en Irak al derrocar el régimen de Sadam Husein hicieron que los chiís iraquís, contrarios a los sunís de Sadam, se aliaran con los de Irán, de tal forma que Teherán está presente en Irak y lo maneja a su antojo. En Siria, Irán apoya el régimen de Bashar el Asad, hasta el punto de que envió tropas de ayuda de la Guardia Revolucionaria, que dirigía este general ahora asesinado, cerca del aeropuerto de Bagdad.

Donald Trump no sabe lo que ha hecho. Ha entrado de cara contra Irán, que no es que sea un país precisamente flojo en la zona. Repetir los errores no es el camino: Irán es uno de los países que más ejércitos tiene en ese territorio, y a ello se le debe sumar la chulería de Trump al respecto, por lo que mover ficha en esa zona es una decisión que se debe tomar con mucha precaución.