WEw l Gobierno ha dado marcha atrás en su idea inicial de subir nuevamente las tarifas domésticas de la electricidad. En enero pasado ya las incrementó el 2,8% y ahora se proponía hacerlo en otro 1,81% de media, lo que superaba ampliamente el IPC, que este mes se ha situado en el 2,5%, según los indicadores adelantados. El Ejecutivo se había comprometido, en un principio, a que estos aumentos, con los que se intenta adecuar el precio de la electricidad a su coste de producción y acabar así con el llamado déficit tarifario, no superaran la inflación. Sin embargo, tanto Economía como Industria habían defendido una subida adicional que debía entrar en vigor mañana, medida que hasta ayer mismo todo el mundo daba por hecha. Zapatero, como ya hizo a principios de año, cuando impuso una subida menor de la que proponían los dos ministerios implicados, ha obligado a cambiar los planes.

Rectificar es de sabios, pero hay que saber explicarlo. Nos encontramos ante una reacción tan tardía y mal administrada que, aun y siendo positiva, no va a pasar al activo del Gobierno. El PP, que originó un enorme déficit tarifario durante sus dos legislaturas de gobierno, se permitió ayer el lujo de ponerse la medalla del frenazo de Rodríguez Zapatero. Incluso CiU se atribuyó el mérito de la marcha atrás. Por más que se empeñen algunos, la calidad de la gestión política no se reduce a la habilidad o torpeza con que los partidos capitalizan las decisiones acertadas de los adversarios. Sin embargo, el Gobierno debe tener una política clara y, además, debe saber transmitirla, sin bandazos ni decisiones de última hora.