TLtas cadenas de TV han decidido, a instancias del Gobierno, limpiar las parrillas de tarde, donde se acumulan programas de cotilleos, testimonios escabrosos y griteríos, que son un insulto a la inteligencia y un peligro para los niños. Pero de poco servirá todo esto si no se da un paso más y no se comienza a tratar la programación infantil con la escrupulosidad que se trata la alimentación de un bebé. No es tan grave que haya en horario infantil programas de adultos como la violencia explícita y el vocabulario inadecuado en espacios de niños. El formato de los dibujos animados ha hecho que espacios para adultos, que en ningún país se emiten antes de las diez de la noche, sean los líderes de la audiencia infantil a la hora del almuerzo. Entre las más afamadas series de dibujos japoneses encontramos violencia, crueldad, propagación de estereotipos machistas e incluso escabrosidades que sonrojarían a cualquiera. No sería nada complicado que cada programa infantil tuviera que ser revisado por un equipo independiente de psicólogos y pedagogos antes de su emisión. Esperemos que los controles y garantías que exigimos en muchas facetas de la vida diaria lleguen también a las pantallas.

*Profesor y activista de los

Derechos Humanos