TCton plasma o sin plasma, el presidente no cambia de guión. A la tercera ya, si tal, contará qué pasa con Luis Bárcenas . Compareció por la única razón de poder afirmar que ya ha comparecido cuando le exijan que comparezca para darnos las explicaciones que nos debe, pero no nos va a pagar. Es enrevesado, pero tan real como su parsimonia. Mariano Rajoy es el lado oscuro de Pepe Isbert en la película 'Bienvenido Míster Marshall'. Igual de campechano, pero menos democrático en su idea de cómo deben funcionar las instituciones. Se trataba de un debate sobre la financiación ilegal del Partido Popular y la corrupción. No era una moción de censura, ni un examen a la oposición. Era una prueba de fuego para un líder cuya credibilidad arde en llamas. Por eso salió a incendiar la cámara y quemarlos a todos en el fuego de la política basura. Lo peor de su discurso ha sido constatar que Rajoy ya solo habla para sus votantes, como si solo fuera presidente de quien le vota. El resto de los ciudadanos somos extraños irrelevantes, parte del decorado. La mayoría de los españoles ya tiene una opinión formada sobre el caso Bárcenas. El Partido Popular se ha financiado de manera ilegal durante 20 años y sus dirigentes se repartían parte del botín en A, en B y en todo el abecedario mientras nos reclamaban sacrificios a todos los demás. Ni el brazo incorrupto de Santa Teresa podrá ya cambiar esa percepción. Mariano Rajoy sabe que está en manos de la Santa Madre Economía. Si esta mejora, podrá intentar llegar a la costa. Seguramente malherido, pero no hay nada que no curen el tiempo y la buena publicidad. Si las cuentas empeoran, entonces sabe que está acabado. Todo lo demás, para él, es perder el tiempo en 'caralladas'.