CARTA A MONAGO

Con la salud de nuestros hijos no se juega

Víctor M. León Castañeda

Cáceres

Le escribo desde la capital cacereña, y lo hago como padre de una niña con diabetes mellitus de tipo 1, que lleva ya un año casi lidiando con esta enfermedad; lidiando con el día a día de un trastorno endocrino que le obliga a un control continuo de su glucemia, de su alimentación y de su actividad física; un control vital y crónico que no le impide hacer una vida normal pero que sí le obliga a pensar cada cosa que hace. Solo la capacidad de adaptación de una niña de nueve años puede explicar que este control continuo no haya afectado a sus ganas de reír ni a su relación con los demás.

El cambio que un debut diabético provoca en un crío, y por ende en toda su familia, es enorme. Solo las familias que lo han vivido pueden entenderlo bien, y nuestro Servicio Extremeño de Salud dispone de un conjunto de profesionales de muy alto nivel que prestan una ayuda indispensable en estos casos. Eso era así al menos hasta ahora, porque de la noche a la mañana a los niños del Area de Salud de Cáceres le han quitado a su Pediatra Endocrino del Hospital San Pedro de Alcántara, y a los padres de esos niños, al doctor que les daba, además de la cobertura sanitaria, el apoyo que un profesional debe dar en estos casos, que en ocasiones va más allá de lo estrictamente médico.

Como extremeños, señor Monago, sabemos bien lo que es disponer de unos servicios diferentes a los del resto del país. No nos engañemos, para muchas cosas hemos sido siempre españoles con menos derechos, con menos oportunidades. Como extremeños, duros por naturaleza, estamos aguantando el chaparrón de paro, del decrecimiento económico, de la destrucción de nuestro escaso tejido empresarial, de la pedida de poder adquisitivo, de la disminución de medidas sociales; estamos aguantando que se deshilache nuestro presente y que nuestros jóvenes tengan que emigrar al igual que lo hicieron sus abuelos. Somos duros y aguantamos mucho, pero hay cosas por las que los padres no estamos dispuestos a pasar, ni siquiera los padres extremeños, y que repentina, injustificada, lamentable e injustamente se despache al médico del que depende en buena medida la salud de nuestros hijos es una de esas cosas.

No estamos dispuestos a aceptar las consecuencias que se derivan de una decisión tomada desde el profundo desconocimiento de las necesidades de estos niños, necesidades que sólo puede cubrir el personal cualificado al que ustedes han quitado del medio de un plumazo. No vamos a quedarmos de brazos cruzados mientras se juega con la salud de nuestros pequeños porque al gestor de turno no le salen las cuentas, o porque hay que cambiar a un profesional por otro más afín a no se sabe muy bien qué.

Sr. Monago, hable con su consejero de Sanidad; hable con la Gerencia de Salud de Cáceres; hable con los propios pediatras del Hospital San Pedro de Alcántara, hable con los profesionales de Endocrinología Pediátrica de los hospitales de Badajoz o Plasencia; hable con las asociaciones de diabéticos, las de celiacos, o las del resto de enfermos del sistema endocrino. Hable con quien estime oportuno y tome cartas en este tema para que al final de este delicado asunto se tome la decisión correcta, aquella que no atente contra la salud de nuestros hijos.