En medio de la crisis galopante del ladrillo que vive España, una importante constructora extremeña, Vicarma, se ha ido a pique. Es el segundo episodio negro en menos de un mes en Extremadura, después de la suspensión de pagos presentada por Econisa. En el caso de Vicarma, la crisis nacional ha sido solo la puntilla. La esencia de sus problemas financieros hay que buscarla en su deficiente gestión y en su nula liquidez para hacer frente a los pagos a proveedores. En un escenario difícil, los bancos y las cajas de ahorros ya no refinancian los créditos como hace unos años, no descuentan pagarés y dejan a sus suerte a los constructores.

Las primeras víctimas de Vicarma han sido los 62 trabajadores, que desde ayer están oficialmente en la calle.

En segunda línea, encontramos a decenas de subcontratistas, que están empezando a asimilar que apenas podrán cobrar en el futuro una pequeña parte de lo que Vicarma les adeuda, dado que la sociedad no tiene fondos financieros ni inmobiliarios significativos. Muchos de ellos ya han anunciado que tendrán, incluso, que hipotecar propiedades para pagar a sus albañiles y pequeños suministradores. Otro drama en ciernes, por tanto.

Una vez que la sociedad constructora presente ante el juzgado el concurso de acreedores (previsiblemente en septiembre, dado que agosto es un mes inhábil a estos efectos) se sabrá con exactitud como se liquida este peliagudo asunto y si pudiera haber algún tipo de responsabilidad subsidiaria, como esperan algunas subcontratas afectadas.

Por último están los compradores de las 400 viviendas que Vicarma tiene en construcción y que ha dejado paralizadas. En este caso, las promotoras que habían adjudicado las obras a Vicarma trabajan ya para que sean otros los profesionales que las acaben y puedan cumplir sus compromisos con los compradores. Las promotoras se juegan mucho en este asunto por cuanto la crisis de confianza en el sector inmobiliario es actualmente de tal calibre que no pueden permitirse fallarles a quienes están pagando religiosamente sus compromisos: las familias.

A partir de ahora, los sindicatos aventuran que la de Vicarma no será la última suspensión de pagos que una constructora presente en Extremadura. UGT puso ayer encima de la mesa algunos nombres. Los indicios apuntan en este sentido. Las principales constructoras de la región han recortado plantilla, en mayor o menor medida, en lo que va de año. Y parece que esa será la tendencia de los próximos meses. Los más débiles no podrán aguantar la presión financiera y quebrarán.

En términos de empleo, los parados en la construcción extremeña se han incrementado en 4.338 desde julio del 2007 y ya suponen la mitad del total de desempleados de la comunidad.

El escenario nacional e internacional es muy complejo, pero sería conveniente que las administraciones adoptasen medidas coordinadas, más allá de las aprobadas hasta el momento, para evitar que el derrumbe de los cimientos de la construcción acabe minando la economía más de lo que ya lo está haciendo.