El ropero de Cáritas se ha convertido ya en más que un ropero. Porque, aunque la sección textil sigue siendo mayoritaria, sus voluntarios recogen actualmente también calzado, juguetes y enseres como cubiertos o sartenes, además de pastillas de jabón o colonias.

«Hay mucha necesidad y la gente viene pidiendo de todo», explica María Julia Díaz, responsable de este servicio de Cáritas. Atienden tanto a placentinos como a personas procedentes de pueblos del entorno y Díaz apunta que «hay muchos matrimonios jóvenes que se han quedado en paro y gente que viene pidiendo para sus hijos o para su padre. Otros no vienen porque les da vergüenza, pero yo les digo que vergüenza robar, pero esto no».

Díaz no se atreve a realizar un cálculo de la gente que acude al ropero porque «ayer mismo tuvimos entre 30 y 40 personas y hoy solo hemos atendido a 6».

Depende por tanto de los días, pero lo que es cierto es que, todo el que va encuentra algo porque las instalaciones del ropero en la avenida de la Vera son amplias y sus voluntarios tienen cada uno una tarea asignada para que todo funcione a la perfección. Hay largas estanterías repletas de pantalones, camisetas, camisas, jerseis, abrigos, bolsos...

Todo es posible gracias a la generosidad de quienes realizan las donaciones para que otros las reciban. «Yo en Plasencia estoy muy agradecida porque nos traen muchas cosas».

El ropero se encuentra en la avenida de la Vera, frente al hogar de mayores, y abre de lunes a viernes de once a doce. ¿Cómo saber si el que va tiene una necesidad real? «Yo llevo ya 20 años y veo quién es bueno y quién no», señala Díaz, a quien esta tarea «me da mucha satisfacción. Hay gente que te insulta y otra gente maravillosa».