El hombre más longevo de Europa, Francisco Núñez Olivera, cumplió ayer 112 años en su pueblo natal, Bienvenida (Badajoz), rodeado de sus hijas, amigos, autoridades y una representación militar.

Aún estaba en la cama cuando llegaron los periodistas a este pequeño pueblo, de 2.300 habitantes, y es que Francisco, apodado «Marchena» por su buen porte de joven, que recordaba al del conocido cantaor, no se levanta antes de las once de la mañana. En realidad es su hija Antonia, que a sus ochenta años y soltera, es su cuidadora, la que no quiere levantarlo antes, porque se cansa, dice.

Aunque Antonia no quería molestarlo, Marchena, al oír a los periodistas en su casa, se ha querido levantar y salir a la calle e ir a la plaza del Ayuntamiento en la que recibió un homenaje, pero no le dejaron, la mañana estaba demasiado fresca por estos lares.

Francisco esperó en su casa con su hija Milagros a que transcurriera el homenaje que se le rindió no sólo por ser el hombre varón más longevo de Europa, el tercero del mundo, sino también por ser el soldado más veterano de España, con dos batallas a sus espaldas, la Guerra del Rif y la Guerra Civil. Por eso, el teniente coronel de la Brigada Extremadura Juan Castroviejo García quiso acompañarle en este homenaje y le pudo reconocer en persona «su valía» a la hora de defender a su país.

Cuando la comitiva llegó a su casa, ya casi a mediodía, entre las que se encontraba la portavoz de la Junta, Isabel Gil Rosiña, para destapar una placa en la calle, Marchena, que mantiene un envidiable uso de razón, sólo daba «un millón de gracias» a los congregados. «Una vida sencilla», describía su hija Milagros, es la que ha tenido Marchena, que nunca ha fumado y tampoco abandonó una alimentación sana, «las de los pueblos, las cosas de matanza y del campo», porque «siempre ha sido muy metódico».