Tal día como hoy, hace 500 años, otorgó su último testamento Fernando II de Aragón (Fernando el Católico) en la villa de Madrigalejo, en la provincia de Cáceres. El Rey viajaba camino de Andalucía para pasar el invierno en tierras de clima más templado. Había estado unos días en Plasencia, visitó la Casa del Duque de Alba en Abadía y pasó por Trujillo. Se dirigía a Guadalupe para presidir una reunión de la Orden de Calatrava, pero el mal estado galopante de su salud no le permitió seguir viaje por esos tremendos caminos medievales. Hubo de parar por ello en la pequeña villa de Madrigalejo.

Y allí, en la "Casa de Santa María" que los Frailes de Guadalupe tenían en el pueblo, Fernando el Católico otorgó su último testamento ante el Notario Miguel Velázquez Clemente y siete testigos (todos ellos nobles y miembros de la Corte, que le acompañaban en su viaje).

La importancia de este documento ha resultado ser enorme para la evolución posterior de España, pues este testamento de Madrigalejo revocó y dejó sin efecto otro anterior que Fernando había otorgado en Aranda de Duero en 1515 (tan sólo nueve meses antes).

El problema de este testamento de Aranda estaba en el hecho de que nombraba como gobernador y administrador de Aragón a Fernando, hermano de Carlos. Con la casi segura posibilidad de enfrentamientos entre hermanos, peleas de nobles y divisiones dinásticas, pues ya se sabe que "todo hijo de Rey nace con la codicia de ser Rey".

En contra de lo dispuesto en el de Aranda de Duero, el testamento de Fernando en Madrigalejo se coordinó, conectó y convergió con el testamento Isabel la Católica (Reina de Castilla, fallecida 12 años antes) en la designación de una misma heredera universal: la hija común de ambos, Juana (a la que todos recordamos como "Juana la Loca"). Y a través de ella, de su primogénito varón Carlos (el I de España y V de Alemania), quedando definitivamente apartado Fernando, su hermano menor.

Esa coincidencia en las personas de sus herederos provocó la fusión total y completa de dos soberanías (la de Castilla y la de Aragón) en un solo Reino único, al que hoy llamamos España.

Al hilo de avatares de la España de hoy, tampoco estará de más recordar entre paréntesis que Fernando era el Rey del Reino de Aragón y por tanto el Monarca reinante en Cataluña, que nunca fue Reino sino sólo Principado. Y que además de Rey de Aragón, era Conde de Barcelona.

La Historia nos recuerda que Fernando firmó su testamento el día 22 de Enero de 1.516, a media tarde. Y que alrededor de las 3 ó las 4 de la madrugada siguiente falleció. Fueron por tanto menos de doce las horas que transcurrieron hasta el momento final. Lo que significa que si por azar del destino la enfermedad hubiera acabado con él antes de testar, no sabemos qué habría pasado, pero sí podemos asegurar que la Historia de España no habría sido la misma que hoy conocemos.

Recordar, precisamente hoy 22 de enero, este hecho jurídico es el motivo de este artículo, pues por su influencia en el devenir histórico de España, el testamento de Madrigalejo puede considerarse como el más importante documento jurídico que se ha firmado nunca en Extremadura.