Esta villa se asienta en la zona central de la comarca verata, mirando hacia la planicie del Campo Arañuelo y protegida por las impresionantes elevaciones de Gredos como la Covacha. Sus primeros asentamientos se remontan al Paleolítico como lo reflejan los objetos de caza y guerra y la cerámica encontrados. Pueblos que, seguramente, buscaron la protección de estos terrenos escarpados, la riqueza de sus suelos y la abundancia de agua.

La presencia más certera de gente nos lleva hasta el siglo XII con Alfonso VIII cuando el Rey hizo la asignación de términos rurales. En el siglo XIII, Losar figura entre las localidades a las que el monarca concede bula para que el arzobispo de Toledo construya iglesias, por lo que se deduce que ya había un número importante de habitantes. Cuatro siglos después el marqués de Villa Alegre y Plasencia se disputan la titularidad de Losar, que adquiere a finales del siglo el título de villa.

Entre sus monumentos destacables está la parroquia de Santiago Apóstol, un edificio de sillería y mampostería con tres portadas, y una torre más moderna. Entre sus reliquias artísticas destacan varios crucificados de madera policromada del siglo XVI, restos de un retablo del XVIII y otro en el testero de la capilla que contiene varias obras de arte. Otros monumentos son la ermita del Cristo de la Misericordia, barroca del siglo XVIII con un retablo mayor de estilo churrigueresco, la ermita del Cristo del Humilladero, la de san Roque, un edificio muy popular de mampostería y sillería y el puente de la garganta de Cuartos, del siglo XV, que atraviesa la garganta del mismo nombre y que, sin duda, se ha convertido en una de las fotos más conocidas de la comarca. Esta garganta, junto con la de Vadillo, constituye una de las zonas naturales de baño.

JARDINES MODELADOS

No obstante, uno de sus principales atractivos son sus jardines, todo un museo de esculturas vegetales al aire libre, que comenzó a ser una realidad en 1974 cuando una empresa de plantas ornamentales se instaló en la localidad y pidió permiso al ayuntamiento para promocionar sus productos en la carretera de la Vera que atraviesa la villa. El encargado de cuidarlos fue Vicente Domínguez Pérez que no dudo en dotarlos de personalidad y darles formas diversas: botijos, cabras montesas, aves, cestas, tazas, coronas y toda suerte de figuras geométricas. Aquellos viveros desaparecieron pero los jardines continúan mejorados y aumentados por los sucesores del jardinero original en esta labor a la que ya se han incorporado técnicas mecánicas para realizar los recortes y la forma de las figuras, sustituyendo a las tradicionales tijeras y la poda manual.