La vejez despierta miedo. Cuando un adulto alcanza la edad de jubilación representa para la persona dos cosas, por un lado ha alcanzado la vejez y, por otro lado, ya no es útil a la comunidad. El colectivo ancianos está relegado de la sociedad competitiva e individualista en la que vivimos.

Un notable descenso de las tasas de mortalidad, que origina que haya más personas mayores porque hay más personas que llegan a la edad de 65 años y la caída de la fecundidad, que origina un menor número de población joven y hace subir la proporcionalidad de las personas mayores en el conjunto de la población. Es un hecho constatado que se está produciendo un envejecimiento poblacional en los países más desarrollados. España, siguiendo esta tendencia general, experimentará durante el siglo XXI uno de los procesos más rápidos de envejecimiento del mundo, según todas las estadísticas del Instituto Nacional de Estadística.

Sin embargo, las distintas ponencias e intervenciones de la Jornada de Cooperación Transfronteriza sobre Recursos Sociales de Atención al Mayor celebrada en Membrío han venido a demostrar, con un alto nivel, que ser viejo no es sinónimo de estar enfermo o de ser inútil. Sobre las personas mayores, circulan una gran cantidad de ideas erróneas acerca del envejecer y la vejez, funcionando como mitos y prejuicios y perjudicando de esa manera al buen envejecer así como la adecuada inserción del adulto.

Estos prejuicios incorporados en la mentalidad de la gente, provocan determinadas actitudes negativas frente al proceso del envejecer, acentuándose aun más con las personas de edad más avanzada.

Producto de la sociedad

Estas ideas negativas no surgen azarosamente, sino que son producto de la sociedad en la que vivimos, una sociedad asentada sobre la productividad, el consumo y el individualismo, con grandes adelantos tecnológicos, y donde la importancia de los recursos están puestos en los jóvenes y en los adultos que pertenecen a la vida productiva.

De forma equivocada la sociedad valora únicamente aquello que le resulta productivo, por lo tanto con facilidad se tiende a considerar que las personas mayores no aportan nada, o que por el contrario representan una carga para la sociedad. Se hace una valoración negativa y poco respetuosa de las personas mayores.

La sociedad moderna excluye a nuestros mayores, provocando en ellos malestar y complicaciones, falta de ilusión, de alegría, de ánimo. Pero el problema más grande que sufren es la soledad, estar ausente, sin integrarse en el grupo social y familiar como un mero sujeto pasivo.

A esta situación contribuye también el que la vejez se asocie en muchos casos a pérdidas personales y al duelo que acontece tras esas pérdidas. A veces, se pierde el interés vital por los objetivos y actividades que posibilitan la interacción social provocando la apatía, la persona se encierra en sus problemas. Esto unido a que en la sociedad actual prima lo joven, lo bello, todo sujeto que no se incluya en estos cánones está en riesgo de aislamiento social.

Por qué no podemos ver a las personas mayores asociadas al comienzo de una nueva actividad, de trasmisión de saberes, que tienen que ser escuchados e incorporados en las grandes y pequeñas cosas que conforman la sociedad. La vejez, tal y como han demostrado los diferentes ponentes invitados a la jornada, es un proceso continuo de crecimiento intelectual, emocional y psicológico.

Es el momento en el cual se hace un resumen de lo que se ha vivido hasta el momento. Es un periodo en el que se debería disfrutar de los logros alcanzados a lo largo de toda una vida y contemplarse los frutos del trabajo personal, útiles para las generaciones que vienen.

El envejecimiento es un proceso que comienza pronto en la persona. En general, esta realidad no se tiene en cuenta. Afecta a todos y requiere una preparación, como las que requieren todas las etapas de la vida. La vejez constituye la aceptación del ciclo vital, único y exclusivo de uno mismo y de todas aquellas personas que han llegado a este proceso.

Saber que todos envejecemos, prepararnos para hacerlo bien y sacarle el mayor provecho posible a esos años, es un aspecto importante. El envejecer es un proceso dinámico, gradual, natural e inevitable en el que la persona conserva un grado importante de sus capacidades, físicas, mentales, cognitivas y psíquicas.

La tercera edad es en realidad un momento propicio para dedicarse a actividades que, por falta de tiempo no se pudieron realizar antes.

La jornada celebrada en la localidad cacereña de Membrío el pasado día 11 de noviembre ha contribuido, por tanto, no sólo a definir un enfoque positivo y constructivo de la vejez y la dependencia, sino que, lo que es aún más importante, han permitido dar a conocer una nueva perspectiva, en la que el envejecimiento y la dependencia pueden ser el comienzo de actividades y vivencias nuevas y los mayores piezas indispensables en una sociedad que cada vez está más desvalorizada y desestructurada, que necesita visiones serenas y enraizadas, visiones que contribuyan a no simplificar una visión del mundo pobre y globalizada.