Casi con la misma pasión con la que celebran las victorias de la canarinha en el fútbol, los brasileños habían pasado los últimos días atentos a las noticias que llegaban desde Roma. La mayor reserva católica del mundo, con 123 millones de fieles, dejó por unos días de lado al deporte del balón, para pasar a animar a uno de los suyos en una competición en la que, a diferencia de lo que ocurre con los mundiales de fútbol, ningún país sudamericano había sumado hasta ahora una victoria. La torcida (afición) católica ayer se sumía en una decepción, tras conocer la designación un argentino. Precisamente un argentino.

La candidatura del arzobispo de S o Paulo, Pedro Odilo Scherer, de 63 años, descendiente de una familia alemana asentada en la región de Río Grande del Sur, había resultado atractiva por muchos motivos para sus compatriotas. Brasil, ha vivido inmerso en un ambiente de optimismo generalizado, propiciado por la elección del país como sede del Mundial de Fútbol del 2014 y los Juegos Olímpicos del 2016. Eso hizo que un puesto en el Vaticano se percibiese como el colofón a la época dorada que vive la nación. La ascendencia alemana de Scherer era vista, además, como un puente ideal para poner en contacto a la Iglesia, hasta ahora centrada en Europa, con América. Los electores prefirieron dar esa confianza a Jorge Mario Bergoglio, con ancestros italianos.

Las posibilidades del cardenal Scherer se desvanecieron, según los medios brasileños, durante el discurso que este pronunció el día anterior al cónclave. En la controvertida intervención, Dom Odilo, habría defendido en solitario la gestión del Banco del Vaticano y en concreto del polémico gestor del mismo, Tarsicio Bertone. Algo imperdonable cuando se piensa en una institución sobre la que pesan numerosas sospechas de lavado de dinero y en la que el propio cardenal trabajó a su llegada a Roma. Esa excesiva identificación con la burocracia romana le habrían valido la pérdida de apoyos, segura el experto vaticanista, Paolo Rodari, para el diario O Globo. Medios brasileños llegan incluso a hablar de complot de la prensa italiana contra el cardenal Scherer. Se señala al diario La Republicca, que ridiculizaba los errores cometidos por Odilo Scherer en los últimos días.

Todo ello nubló sus grandes activos. "Prácticamente no existía otro candidato que tuviera popularidad en su país y que, al mismo tiempo, tuviera un nombre tan fuerte dentro de la curia", afirmaba el corresponsal en Roma del diario alemán Bild, Albert Link. La potencia de la archidiócesis de S o Paulo, la tercera del mundo en número de fieles, y la línea teológica seguida por el cardenal se sumaban a las bazas a favor de su elección. "Se trata de un cardenal joven y conservador. Además, comulga con la línea centromoderada mayoritaria en Roma y dirige una de las mayores diócesis del mundo", llegó a asegurar el vaticanólogo Giancarlo Nardi, en la Folha de Sao Paulo.

A pesar de que sus ideas no eran precisamente progresistas, el cardenal Odilo Scherer llegó al estrellato entre los brasileños por ser un adelantado en el uso de las redes sociales.

"Está muy conectado con los jóvenes y las novedades. Creo que fue el primer cardenal brasileño en tener cuenta de Facebook", declaraba al diario O Globo el vicario episcopal de S o Paulo, Antonio Aparecido Pereira.

Las redes sociales y los móviles de última generación, algunas de las pasiones de Scherer, quien nunca dudó en emplear su cuenta en Twitter, en la que cuenta con más de 30.000 seguidores, para opinar sobre asuntos de actualidad le habían valido la admiración de millones de jóvenes brasileños.

Lo que más agrada a sus paisanos brasileños es su discurso cercano a un pueblo que, por el momento, tendrá que esperar para tener un pontífice propio. Se esperaba que la elección de un papa brasileño hubiera frenado la expansión del evangelismo, con un discurso más llano y cercano a los problemas de los fieles, se están abriendo paso en las últimas décadas en Latinoamérica en detrimento del catolicismo.