Ha hablado el pueblo". Esta frase salió de la boca de una funcionaria judicial a los pocos segundos de que el jurado exculpara al yerno de los joyeros Tous, Lluís Corominas, de la acusación de homicidio de un albanokosovar que pretendía asaltar la vivienda familiar en Sant Fruitós de Bages. El veredicto, que se basa en la eximente de miedo insuperable y la de legítima defensa, ha causado sorpresa en medios jurídicos y ha vuelto a evidenciar la división en el mundo del derecho sobre la idoneidad y las competencias del jurado, una institución creada hace 15 años. Los juristas favorables al tribunal popular subrayan la participación del ciudadano en la justicia, mientras que los detractores destacan que el jurado es influenciable y que es un sistema lento y caro.

Los datos demuestran que el jurado no suele ser complaciente y que la mayoría de sus decisiones son refrendadas por órganos judiciales superiores. Un estudio sobre la evolución del jurado entre el 2003 y el 2007 desvela que el 93,5% de los casos acaban en condena y solo el 6,5% en absolución, explica el magistrado Santiago Vidal.

Este juez es favorable al jurado: "Es una escuela de vida. Los seleccionados primero no quieren participar y después, cuando acaba el juicio, la mayoría están contentos. Les ha servido para ver cómo funciona la justicia y darse cuenta de que los casos no siempre son lo que parecen". El jurista, que apuesta porque los tribunales populares también juzguen las violaciones y la violencia doméstica grave, destaca que el jurado asume su responsabilidad y el debate es "encendido". En el caso de Corominas, por ejemplo, seis miembros votaron a favor de la exculpación y tres en contra.

El magistrado Gerard Thomas es uno de los impulsores históricos del jurado. "Funciona con normalidad y está integrado en el sistema judicial. Pero en Barcelona harían falta más medios humanos y materiales", explica. Eso sí, considera que, aunque funciona bien, la ley debería retocarse. En concreto, apunta a que al jurado se le debería excluir de juzgar algunos delitos menores (allanamiento de morada, omisión del deber de socorro) y, en cambio, implantarlo en procesos por delitos en grado de tentativa, como el intento de homicidio.

Javier Rodrigálvarez, abogado especialista en jurado, asegura que esta institución "aplica el sentido común" y que, según su experiencia, "en el 90% de los casos su veredicto es confirmado. Lo importante es una correcta redacción del objeto del veredicto --las preguntas que contesta el jurado-- y la elección de sus miembros. El jurado es más flexible y cercano y no está contaminado por hábitos inherentes a los profesionales".

EMOCIONES En el bando contrario se sitúa el magistrado Josep Niubó: "El jurado es lento, caro y no garantiza que la resolución sea justa". Explica que el juicio de Corominas, que ha durado tres semanas, un tribunal de magistrados lo habría liquidado en una y sin gastos adicionales como las dietas del jurado o el hotel mientras delibera. "El juez se mueve por su profesionalidad y en el jurado hay emociones", precisa.

El catedrático de Derecho Penal Juan Antonio Lascuraín tampoco es partidario del jurado y lo aplicaría en pocos casos, como los procesos contra jueces y los delitos contra el honor. En su opinión, ante un homicidio un juez "está más capacitado para preservar su imparcialidad y para una adecuada valoración de las pruebas. Está entrenado para separarse del caso y esto es difícil para un ciudadano. Hay asuntos, como cuando se debate la imputabilidad o no de un acusado por una alteración psíquica, en que es necesario tener un conocimiento del derecho".

Argumentos similares esgrime un experto en psicología jurídica consultado. "El jurado es más sensible a la influencia emocional que los jueces". En su opinión, el profesional del derecho es capaz de mantener una mayor frialdad en la valoración de la prueba. El jurado, asegura, "está metido con calzador en la legislación española y no acaba de encajar. Se quiso copiar la estructura judicial anglosajona. Lo único positivo es el sentido filosófico de que el pueblo es quien administra justicia".

Desde 1996, cuando se celebró el primer juicio con jurado en España, hasta el año 2009, la Audiencia de Barcelona había registrado 512 causas, de las que 299 acabaron en juicio y en el resto se descartó esta fórmula o estaban pendientes. La mayoría de ellas, 298, habían sido por homicidio y asesinato.