Los pacientes que estos días acuden al servicio de urgencias del Hospital Doctor Peset de Valencia lo hacen con cierto recelo. Hace algunos días salió a la luz que, entre febrero y junio del 2010, allí ejerció como médica una mujer que ni era licenciada en medicina ni estaba colegiada. Se trata de María Teresa P. C., de 41 años. O al menos esa es la edad que decía tener. Ahora sus compañeros tienen motivos para dudar de todo lo que contó.

A principios del 2010, María Teresa se incorporó como médica adjunta al servicio de urgencias del Doctor Peset para reforzar los turnos de guardia y, paradójicamente, supervisar a los residentes. No se desenvolvía con excesiva soltura, pero a nadie le resultó extraño: al no contar con una especialidad médica propia, urgencias suele ser un departamento en el que hay mucha gente de paso o que no domina la materia. "Tenía fama de escaqueada", reconoce una fuente del hospital que prefiere mantener el anonimato, "pero hay personas que también la tienen, aunque sí sean médicos".

Así las cosas, la mujer pasó desapercibida sin mayor problema durante los cinco meses que duró su estancia en el hospital. "Poseía conocimientos sanitarios. Empleaba términos técnicos y sabía realizar tratamientos básicos", explica la misma fuente. "Sin embargo, cuando se presentaba un caso complicado, te pedía opinión y aprovechaba para desentenderse, o bien lo derivaba a algún residente. Era hábil para eso", añade.

Aunque ningún paciente objetó nunca nada a la falsa doctora, sus compañeros sí que se quejaron ante sus superiores de su "pasotismo". Pero, de nuevo, no llamó especialmente la atención. En una sola ocasión estuvo cerca de ser descubierta. En el trabajo, María Teresa había explicado que, antes, había trabajado en el hospital de Manises.

DESENMASCARADA Un día, unos compañeros coincidieron en un congreso con otros doctores de ese centro. Cuando les dijeron que trabajaban "con una excompañera suya", nadie la conoció. Ella lo tapó cambiando su versión y respondiendo que en realidad había trabajado "en atención primaria".

La mujer se integró con normalidad en la plantilla, donde era considerada "una persona muy simpática". Pero cuando se destapó el caso, al volver de unas vacaciones y anunciar que cambiaba de hospital, no quiso saber nada de nadie. Se esfumó. No contestó a las llamadas y eliminó su perfil de las redes sociales. Se constató entonces que su número de colegiada correspondía a otra persona y que el título de la Universidad Autónoma de Barcelona que presentaba era "una falsificación muy evidente". La fiscalía ha presentado una denuncia por intrusismo profesional. Ahora, el caso está en los juzgados y ella, en paradero desconocido.