Dee poco sirve retrasar una hora los relojes y colocar España en el huso horario del meridiano de Green-wich, como los británicos y los portugueses, si seguimos comiendo a las tres de la tarde y cenamos cerca de las diez de la noche. Será muy difícil racionalizar --o europeizar-- la jornada de los españoles, mientras las televisiones sigan retransmitiendo partidos de fútbol a las once de la noche. La propuesta de la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados, que el pasado jueves pidió al Gobierno del Partido Popular que analice la conveniencia de ajustar el tiempo oficial español a la realidad geográfica de la mayoría del país, será ineficaz si no se toman medidas adicionales, advierten economistas, sociólogos y empresarios.

"El uso que hacemos del tiempo no será distinto porque nos levantemos un poco antes o porque tengamos una hora más de luz solar. Harán falta más acciones políticas y sociales, tanto de las instituciones y de los sindicatos que negocian convenios laborales como de las cadenas de televisión", avisa Francesc Núñez, sociólogo y director de los estudios de Humanidades de la UOC.

SIN GARANTIAS Para Francesc Núñez, el paso al horario de Greenwich no garantiza, por sí solo, que "los restaurantes de algunos centros de trabajo españoles vayan a abrir antes de las dos. Los extranjeros o quienes quieran comer temprano tendrán que seguir esperando", observa. Eso no quita que, en caso de prosperar, la medida "no sea un primer paso para acabar con estos horarios desquiciados", afirma el profesor de la UOC.

"Cambiar el huso horario y regresar al que ya había en España antes de 1942 es condición sine qua non para empezar a racionalizar horarios", sentencia Nuria Chinchilla, directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del IESE. "La sociedad está pidiéndolo a gritos, cada vez hay más personas que salen a trabajar al extranjero y ven lo incoherente de nuestro modelo", sostiene en otro momento.

La profesora del IESE explica que los intempestivos horarios actuales son recientes. "Basta con preguntar a personas que hoy tienen más de 80 años, que recuerdan que antes, cuando eran pequeños, comían a la una y cenaban a las ocho, como se hace en casi todo el mundo", añade Ignacio Buqueras, empresario y presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de Horarios en España.

Pese a que "no conviene idealizar el pasado, porque también había gente que en esa época se levantaba a las cuatro de la madrugada para ir a trabajar a la

fábrica", objeta la socióloga Marina Subirats, "es cierto que hay que cambiar las cosas, hacer que los horarios sean más compatibles con una mejor calidad de vida", coincide la catedrática emérita de la UAB. Y eso pasa, prosigue Subirats, "por una mejor distribución del trabajo remunerado".

APROVECHAR LA CRISIS "Es un despropósito que, en un momento de crisis, haya gente que está sin empleo y haya, al mismo tiempo, personas sobrecargadas de trabajo", afirma la socióloga, que ha participado como ponente en las sesiones preparatorias del informe del Congreso que aconseja el cambio. La crisis brinda, también para la profesora Chinchilla, "una oportunidad para abordar de una vez la racionalización horaria".

Como se ha visto en empresas donde ya se ha implantado ("Iberdrola y Louis Vuitton son pioneras", destaca la economista), el hecho de terminar la jornada laboral a las cuatro de la tarde propicia un ahorro energético, además de facilitar la conciliación de los trabajadores.

Pero no solo se trata de las horas de comer. Los españoles duermen cada día 53 minutos menos de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), fundamentalmente porque ese tiempo lo pasan mirando la televisión. "Ese ha de ser el siguiente paso: conseguir que las cadenas televisivas adelanten la programación de prime time y le pongan fin a las 11 de la noche, como muy tarde", indica Ignacio Buqueras. La comisión para la racionalización de horarios ya ha mantenido, de hecho, contactos con las empresas audiovisuales, sin que, por ahora, se haya escuchado su petición. "Los telediarios nocturnos podrían empezar a las ocho, como ocurre en los países de nuestro entorno", protesta el presidente de la entidad.

Dormir las ocho horas recomendadas no solo descansa. "También fomenta la salud, disminuye la siniestralidad laboral, aumenta la productividad y, en el caso de los niños" reduce el fracaso escolar", asegura finalmente Buqueras.

Recordar que el jueves 26 el ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguró que el Gobierno va a estudiar la posibilidad de cambiarlo y retrasar una hora los relojes para que coincida con los países del entorno, como propone el Congreso: "No lo vamos a dejar en el cajón", dijo subrayando así la voluntad del Ejecutivo de analizar la propuesta, consciente de que, "desde el punto de vista geográfico, hay una divergencia entre el horario actual y el que correspondería" en realidad tener. También admitió que su departamento está "viendo las implicaciones" que tendría el cambio".